En este espacio he compartido la preocupación desde el año 2020, del crecimiento de la deuda interna y externa del País, como consecuencia de haber utilizado el presidente AMLO, los fideicomisos y reservas del Gobierno federal en obras que años después, se comprobó, no generaron retorno financiero y muy poca rentabilidad social, como las grandes obras que realizó. Era lógico que al tener mayor egreso que ingreso, AMLO, incrementaría la deuda federal como proporción del PIB nacional. Y eso es lo que en este espacio analicé en los años anteriores. Y lamentablemente, el tiempo me dio la razón.

Soy de los que defiende en todas las esferas de la vida, el endeudarnos, si se trata con ello, de crear un patrimonio o crear un negocio. Las clases medias aspiracionistas han tenido en el préstamo, la única manera de adquirir un terreno, comprar una casa, estudiar en una buena universidad privada o de comprar materias primas para poner un negocio. Los emprendedores saben que es la única manera; si no hay herencias, solo queda asociarse con un capitalista o pedir prestado. Los mexicanos culturalmente tendemos a adquirir préstamos, pero para consumo, pocas veces para inversión. Preferimos que el gobierno nos lo dé gratis.

Cuando estados como Guanajuato recibieron en el sexenio de AMLO, menos de la mitad que tenían en el sexenio de Peña Nieto, no tuvieron otra alternativa que adquirir préstamos. Como aquí lo he expuesto: el exgobernador Diego Sinhue adquirió deuda para hacer inversión productiva y malo sería que fuese para gasto de operación o para programas sociales con fines electorales (aunque he criticado consistentemente en este espacio, que vendiera la carretera Silao-Guanajuato, un buen negocio para el Gobierno estatal). Endeudarse como gobierno, no es malo. Lo que es malo, es que el presidente AMLO, engañó al pueblo con cifras que no fueron reales. Fue un gran embaucador, cuando insistía que ya no había huachicol, que el sistema de salud nacional era mejor que el de Dinamarca, que el Tren Maya no derribaría un árbol, que ya no había masacres, etc., etc.

Ahora la realidad nos golpeó en la cara con el monto creciente de la deuda que dejó AMLO y que consume cada vez más el gasto operativo del Gobierno federal. Hacienda calculó un déficit fiscal de 5.4 % del PIB en el 2024. La deuda pública de México se incrementa cada año como proporción del PIB y el pago de los intereses es el más alto en más de años. El pago de los intereses de la deuda pública de México (también llamado costo financiero) en 2024 fue de 1.263 billones de pesos, una cifra que representó 14 % del gasto del sector público, estimado en 9.022 billones.

Las calificadoras de riesgo crediticio consideran que la relación deuda/PIB está alcanzando ya el 50 % y representa un límite crítico. Las mismas proyecciones de Hacienda sugieren que esta administración inició con importantes limitantes fiscales; la deuda pública de México se ha incrementado considerablemente, alcanzando casi los 18 billones de pesos en mayo de 2025. Esto representa un aumento del 71% en siete años con las dos administraciones de Morena. La deuda pública como porcentaje del PIB también ha aumentado, llegando, como decía, a casi el 50 %.

Externo mi preocupación sobre la sostenibilidad a largo plazo de la deuda, pues el gobierno insiste en otorgar más programas sociales y pensiones y acuerdos con la CNTE, que hacen inviable en el mediano plazo el margen de operación del gobierno federal, toda vez que se estima que el crecimiento del PIB este año será de menos del 0.2 %. Lo preocupante del crecimiento de la deuda, es que el modelo político de Morena se basa en el gasto social y no en el crecimiento industrial. El aumento en términos de PIB es alarmante, pues la deuda pública ha aumentado como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), alcanzando niveles que no se veían en varios años. Mi preocupación hacia el futuro, es el impacto de este endeudamiento creciente en las finanzas públicas y en la capacidad del gobierno para financiar programas sociales y proyectos de inversión.

El gobierno de la presidenta Sheinbaum, frente a las cercanas revelaciones de la alianza del gobierno con el crimen organizado, tendrá que controlar las fugas de recursos por el “huachicol” e incluso por racionalizar las inversiones en obras sin rentabilidad, para no dejar crecer más el déficit público y ya no financiarse con deuda, pues hipotecan el futuro.

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