Él a diario ve el meteorológico, varía con los días, dice, ayer juro que caería un aguacero exactamente a la hora de nuestro evento, hoy, el pronóstico ya se extendió para las seis de la tarde. No hay una exactitud sobre el cielo, lo que sí sabemos es que seguramente lloverá, solo que no contamos con la hora exacta.
Y es que la historia se va escribiendo a diario, a veces varia, otras, suceden los acontecimientos con prontitud como estaban vaticinados. Lo cierto es que a diario se anida la sorpresa, nacen las horas nuevas y se pierden como pompas de jabón tornasoladas. Pareciera ser que aprisionan los tonos de la vida en una gama de colores que cruzan el cielo igual que las nubes, y después simplemente desaparecen.
Sabes que, te digo, si ha de llover, pues que llueva, que diluvie si es preciso, no podemos evitarlo, al cabo nosotros estaremos dentro de la casa. Si se va la luz, pues pondremos velas y platicaremos viendo nuestras caras sombreadas por las flamas, dándonos la impresión de estar en un lugar extraño y distante.
Escucharemos nuestras voces distorsionadas por el caer de la lluvia, las gotas repiquetearán rítmicamente como una música de fondo.
Probablemente, regrese la luz y todo vuelva a la normalidad, aunque dejaremos encendidas las velas por un tiempo para tenerlas prestas y evitar otro sobresalto, en nuestros pensamientos añoraremos los minutos anteriores, solo que ninguno se atreverá a levantarse y bajar los apagadores.
Cuando era tu cumpleaños, platicas, ya habían llegado las lluvias, y este año no será la excepción, no sabemos si serán abundantes o escasas, lo que, sí pronostíco, te digo, son abrazos de corazón, regalos y buenas intenciones. Y aunque a diario pueden recibirse muestras de afecto, tú onomástico nos da un gran motivo, porque es sabido que es un día único en el que tú eres el personaje principal, y pareciera que esas horas te pertenecieran. Por la noche, sé que dirás como otros años, que no quieres que termine, que aun te quedan unas horas, y así, será la cuenta regresiva hasta que den las doce y entonces definitivamente sí, el día haya terminado.
Seguramente, mañana por la mañana me pondrás al tanto del meteored, volveremos a dilucidar si poner la mesa bajo los árboles o en el patio cubierto, da igual, lo que importa eres tú y lo demás son nimiedades. Transcurren los minutos y se acercan las horas, la espera se acorta y llegará el tan ansiado día, en el que yo al igual que los demás, te diré: Felicidades, felicidades, felicidades.
