El otro día en Facebook leí la historia de esta extraordinaria mujer, y me encantó. 

Marion Donovan, (su apellido de soltera es O’Brien) nació en Indiana, EUA, en 1917, en una familia de inventores. Cómo quedó huérfana de madre a los 7 años, pasó mucho tiempo en la fábrica de su papá y su tío, donde aprendió a solucionar problemas.

Cuando se casó y tuvo a su primer hija buscó la forma de crear un pañal que no lastimara a su bebé y que tampoco mojara las sábanas donde la dormía y así, ayudara a no perder tanto tiempo lavando.

Entonces creó una cubierta de plástico, tomada de una cortina de baño hecha de nylon, es decir, la misma tela de los paracaídas (mujeresconciencia.com) y una tela intermedia más absorbente; a este invento le llamó “boater” como bote, en inglés. 

Es de esa forma, que el 19 de enero de 1949, presentó la solicitud del registro de la patente de los primeros pañales desechables, que además, se empezaron a vender en Saks Fifth Avenue, de Nueva York, y en poco tiempo tuvo ventas de hasta los dos millones de dólares.

Diez años después, Procter & Gamble se interesó por el invento, se lo compró y desarrollaría y comercializaría los pañales “Pampers” (Wikipedia). Nuestra inventora no se quedó allí y a lo largo de su vida (murió en 1998) patentó 20 diversos productos, que ayudaron a la humanidad… tal vez no tanto como los pañales desechables, pero sí en otras cosas más. 

A mí me tocó usar pañales de tela a pesar de haber nacido en 1962 (en aquella época no se lograba la comercialización tan rápidamente como ahora), y también los usó mi hermana más pequeña, Lulú, a la que le llevo 10 años, y la verdad era una lata. Ponías un pañal de tela de algodón más gruesa en forma triangular, luego otro más delgado, de la llamada “manta de cielo”, que se tenían que unir con un seguro grande, especial para los pañales, que ya en aquel momento, tenían como un tipo tope, para que no se abrieran accidentalmente. 

Tenías que poner tu mano entre la pancita del bebé y el pañal, para que el seguro no fuera a dañarlo. Después colocabas un calzón de plástico, para que no hubiera “fugas” que ya se cerraba con broches, y de los que había en diferentes tamaños, dependiendo de la edad del bebé. 

Cuando el bebé hacía sus necesidades, si era solo pipí los enjuagabas un poco y los ponías en la cubeta con agua en la que los juntabas todos para luego lavarlos… ¡gracias a Dios ya había lavadoras y agua en los hogares, porque en otros tiempos, habrían tenido que ir al río a lavarlos!

Cuando eran de popó, si se podía, había que echarla en el escusado, y luego también tallarlos bien para que no se les quedara la mancha, y a veces, ¡hasta se necesitaba hervirlos!  Mucho problema y gasto de tiempo, dinero y esfuerzo, porque las mamás dedicaban buena parte del día a lavarlos, tenderlos, doblarlos… ¡y más se tardaban en hacerlo que en los niños volverlos a ensuciar!

Después, ya de adolescente y de mamá, se usaba que en los baby showers te regalaban pañales desechables porque eran un producto caro, aunque muy necesario.  Ahora de abuela me tocó la moda que tomaron algunas mamás jóvenes, de querer volver a usar pañales de tela, por aquello de la ecología y la sustentabilidad… ¡pero más tardaban en intentar hacerlo que en desechar la idea por la inversión de tiempo y trabajo que implicaba! 

Así que creo que el invento de Marion Donovan, vino realmente a revolucionar la sociedad y a permitir que las mujeres tuviéramos más tiempo libre para poder dedicarlo a otras cosas que nos realizaran más.  Me imagino, además, que este mismo invento se ha usado para las toallas sanitarias femeninas y los pañales desechables que usan también los adultos mayores, o sea que ha mejorado nuestras vidas y nuestra salud, impidiendo infecciones, enfermedades diversas así como las molestas rozaduras. 

Ahora que compartí la historia en Facebook, alguien opinó que esta gran inventora había “fastidiado los ecosistemas”… yo pienso que es como todo, tiene su lado bueno y su lado negativo… todo depende del buen uso y de que hagamos las cosas con  medida y conciencia… para mí su creadora fue una gran inventora que vino a abrirnos las puertas de un mundo diferente.

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