“Estados Unidos (EU) no solía ser un país ‘Mickey Mouse’, pero lo que hoy vivimos sí que lo es.

Y le pido perdón a Mickey Mouse porque él no haría esto. Él es más inteligente que lo que hoy vemos, porque estamos en la tierra de los locos con todo lo que está pasando.

Perdón, de veras.

Pero, literalmente, este es el lenguaje presidencial, cito a Trump: 60 países quieren venir a besar mi trasero (kiss my ass).

No podemos normalizar la locura.

El resto del mundo debe decir: ‘no vamos a irnos por el camino de la locura (crazy lane). No vamos a irnos por esta espiral hacia abajo’.

Porque si normalizamos la locura, no habrá camino de salida”.

Fantásticas palabras.

Y cómo no iban a serlo, si son de Jeffrey Sachs, el gran profesor de economía de Harvard y Columbia. Ah, y asesor de muuuchos países, de la ONU y ex director del Centro de Desarrollo Sustentable de Columbia.

Un tipo genial, con experiencia y que habla pesado, tal como lo hizo en un panel reciente en Estambul (puedes verlo en nuestro sitios, inglés).

Lo que dijo en Turquía es eminentemente lógico.

Dime tú si no:

* El sistema global basado en el libre comercio sacó a mil millones de personas de la pobreza absoluta. Eso no puede ser malo.

* Lesoto importa 7.3 millones de dólares de EU y exporta 228 millones. EU tiene un PIB per cápita de 82,800 dólares y Lesoto de 900. ¿Y Trump quiere balancear el comercio entre ambos países?

* El rey Donald acaba de emitir un decreto para volver a usar carbón (para generar electricidad). Es una destrucción voluntaria.

* Tenemos un presidente que no entiende o que no le importa el mayor asunto para el planeta: el cambio climático.

No podemos normalizar la locura.

Por supuesto.

Si lo hacemos, que Dios nos agarre confesados.

Y, OJO, también en México.

No podemos normalizar eliminar la división de poderes. No podemos normalizar eliminar contrapesos y organismos autónomos. No podemos normalizar equiparar la soberanía nacional a mantener a paraestatales obesas que son desastres operativos y financieros. No podemos normalizar el insulto como respuesta a la disidencia o, peor aún, a una realidad que no gusta a un líder (o lideresa) poderoso(a). No podemos normalizar tirar el dinero público en proyectos sin rentabilidad económica o social. No podemos normalizar una educación que prepare a los chavos para compartir una “pobreza buena”. No podemos normalizar políticas públicas que apachurren a la inversión privada. No podemos normalizar el equiparar apoyos sociales a “desarrollo”. No podemos normalizar promover la pobreza como herramienta política para “ir a la segura”. Y no podemos normalizar la lambisconería ante líderes pentontos.

Me detengo en este último punto, para mí clave.

Porque ahí precisamente reside una posible solución.

Te propongo que el apaciguamiento (appeasement) es una respuesta común para enfrentar la locura de un líder poderoso.

Buscar apaciguarlo para evitar el madrazo. Algo que en el extremo lleva a la lambisconería, a la corte que aplaude con entusiasmo mientras el rey desnudo corre por el palacio rompiendo lo que se le atraviese.

Error craso.

Se requiere una respuesta en el sentido contrario.

Hablar, denunciar, no callar. Protestar. Organizar la resistencia.

Nunca normalizar la locura.

¿Quién carga con el peso de esta responsabilidad? Todos. Pero sobre todo, OJO, los que tienen capacidad de influir.

Sobre todo empresarios, cámaras, ONGs, académicos, personajes reconocidos y políticos que les quede una pizca de razón y bravura.

Como bien dice Philip Zimbardo, el profesor de sicología que llevó a cabo el infame experimento de la prisión en la Universidad de Stanford: “la clave del heroísmo es actuar cuando otros son pasivos y hacerlo desde una perspectiva social y no individual” (ve su charla de TED en nuestros sitios).

Por ahí mero es.

Algo tan fácil y tan difícil a la vez.

Y, sobre todo, tan difícil para los que tienen más que perder, que son precisamente los que deben romper el silencio cuando la locura entra en escena para toma el poder.

Posdata. Y hablando de NO normalizar la locura y de la importancia de un poder judicial independiente, ¿qué tal el bloqueo judicial a los aranceles de Trump? ¡Bravo! Parafraseando a Paul Krugman: ¿cómo se dice “¡en la madre!” en latín?

 

En pocas palabras…

 

“Destruye la semilla del mal o ésta crecerá hasta arruinarte”.

Esopo

 

 @jorgemelendez

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *