Con el proteccionismo de Trump parece que estamos frente al fin de la globalización iniciada con la caída del Muro de Berlín en lo global en 1989 y en Norteamérica, con el TLCAN (hoy T-MEC) en 1994. La idea de que todo se “creara” en el norte del planeta y se manufacturera en el sur, parece, llegó a su fin, toda vez que cantidad de países por décadas, hicieron “ingeniería en reversa” y mejoraron los diseños y desarrollaron mejor tecnología. Lo hicieron muy bien los “tigres de Asia” aunque en América Latina, no pudimos y no quisimos hacerlo. Preferimos consumir y solo ver el avance de las franquicias, transnacionales y patentes extranjeras que hoy nos inundan. Pero ahora, los norteamericanos ven que su balanza comercial sigue desequilibrada al tener enormes consumos y ver superados sus productos por los orientales.
Pero ya era tarde. Trump apostó a proteger su economía, sabiendo que las grandes transnacionales seguirían asentadas en Países como el nuestro, obteniendo con sus bancos, supermercados, marcas, tecnología, concesiones, altísimas utilidades, toda vez que las clases medias mexicanas tienen décadas prefiriendo los productos norteamericanos sobre los mexicanos. ¿Qué nos queda entonces en la era Trump? Solo producir mejor y que el mercado nacional prefiera lo nuestro, es decir: consumir lo “hecho en México, porque está bien hecho”. Recuerdo que hace muchos años tuvimos una campaña semejante, que decía “lo hecho en México está bien hecho” y que se difundió para incrementar la compra de los productos mexicanos y así, evitar la fuga de divisas por los procesos de importación de productos extranjeros. Fue en el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976), el gran populista y demagogo, cuando se promovió esa campaña, con el fin de sensibilizar a producir con calidad para competir en mercados internacionales y estimular el consumo de productos mexicanos, y así, crear mercado interno y aminorar el deterioro del poder adquisitivo.
Además, Trump inició el proteccionismo lanzando aranceles contra todos los países. Además de la cacería de migrantes en su gran odio hacia México, firmó dos órdenes ejecutivas para la ampliación del muro fronterizo. Siguieron órdenes ejecutivas para tener cargas de impuestos contra el hacer y al aluminio mexicanos y ahora, los “aranceles recíprocos” con todos los países. Para hacer frente a la guerra comercial, en conjunto con empresarios mexicanos, la Presidenta Sheinmbaum relanzó la campaña echeverrista (Peña Nieto también lo hizo) “Hecho en México” como una medida para fortalecer el mercado interno e impulsar la economía nacional, aunque pareciera imposible, en una economía que depende en un 80 % de productos importados y que exporta 85 % de productos con alto contenido extranjero (como las armadoras de vehículos).
No está mal. La campaña “Hecho en México”, se basa literalmente en productos hechos en tierras mexicanas, con mano de obra mexicana, con materiales mexicanos, aunque algunas veces, elaborados por empresas trasnacionales. Seamos optimistas. Se trata de fortalecer nuestra economía consumiendo productos cien por ciento mexicanos, con marcas mexicanas y comprando en establecimientos mexicanos, creando “economías circulares”. Es que olvidamos desde el TLCAN, comprar lo nuestro. Nos fuimos a comprar productos hechos en otros países; preferimos lo proveniente de otras latitudes que producen más barato, como es el caso de los países orientales, en particular China.
Parece imposible, pero preferir lo “Hecho en México” es una iniciativa del gobierno federal para buscar impulsar la industria y la economía del país. Sus objetivos son: promover la colaboración público-privada (algo impensable con AMLO); fomentar el consumo nacional; aumentar el porcentaje de productos mexicanos en las tiendas; generar empleo bien remunerado; diferenciar productos mexicanos globalmente; fortalecer la industria nacional; así como proteger y promover la industria nacional tanto a nivel nacional como internacional. Estamos en una real guerra comercial y debemos evitar comprar tantas cosas en el extranjero. Y aunque los americanos tampoco están muy contentos porque la guerra arancelaria encarecerá todo, tienen la promesa de que mejorará su sistema de empleo y el pago de salarios. Comprar lo hecho en México es una idea que no es mala si pudiéramos asegurar, con un gran sentido patriótico, una tendencia natural a escoger solo productos con mano de obra e insumos básicos mexicanos, porque protege nuestra economía. Aunque se ve difícil.
