Las ciudades son un libro abierto a la historia de planes y sueños de sus habitantes. Se puede leer en sus avenidas, parques y comercios el carácter y el espíritu de los líderes que la construyeron. Buena parte de la historia urbana tiene que ver con la diligencia de los gobernantes y su visión; con sus aciertos y errores, conflictos de interés y negocios inmobiliarios a la sombra del poder. También se puede mirar a emprendedores visionarios que ampliaron la industria, el comercio, los servicios y la cultura.

Cuando llegamos a una ciudad siempre será un encuentro con el carácter de sus habitantes. Justo llegamos a León y preguntamos: ¿Qué es eso del Arco del Milenio? ¿Los outlets, qué nos dicen de la ciudad y su industria, o el distribuidor vial con su nombre de Juan Pablo II que nos anuncia la religiosidad de la población? Son ejemplos sencillos. Las ciudades hablan y escriben con su peculiar lenguaje arquitectónico, sólo hay que escucharlas y verlas con curiosidad. 

A la presidencia del Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) llega Luis Ernesto Ayala Torres.  A quien fuera alcalde de León, líder del Congreso y secretario de Gobierno de Guanajuato, la alcaldesa Alejandra Gutiérrez le encarga la tarea de ver el futuro y diseñarlo. El político leonés tiene experiencia sobrada y conoce la ciudad como la palma de su mano. En su historia como alcalde hay grandes aciertos como la construcción de un sistema de transporte (SIT) que ha sido ejemplo para otras poblaciones en el país. 

También fue responsable de grandes fracasos, de bienes públicos convertidos en negocios privados como la colonia Villas de San Juan. El proyecto fue sencillo: había que hacer vivienda popular. Ayala Torres entregó, tierra, permisos, agua y todo para que una empresa, sociedad de algunos desarrolladores locales,  hicieran un pingüe negocio a costa del municipio sin siquiera aportar un peso de inversión. De paso crearon un gueto urbano, pero esa será otra historia para contar más adelante. 

Con todo, siempre tuvimos la impresión de que, quien fuera industrial del calzado, sería un buen gobernador, que infortunadamente no lo fue. En el gobierno de Juan Manuel Oliva,  fue secretario de la Función Pública en el estado. Recordamos que renunció al puesto antes de avalar la corrupción de varios funcionarios y del propio gobernador. No dio el paso grande de la denuncia por razones partidistas, pero tampoco fingió desconocer cómo su partido encabezaba un gobierno corrupto. 

Ahora tiene en sus manos la planeación del futuro del municipio. Somos 1.8 millones de habitantes con un territorio de 120 mil hectáreas (1,200 km2.). Nuestra zona urbana puede rondar unas 25 mil hectáreas con lunares de unas 4 mil.  Producimos unos 330 mil millones de pesos por año, una cantidad que no se ha movido durante años si pensamos en ingreso por habitante. La industria y los servicios se diversificaron. Hoy la cadena cuero calzado ronda el 20% de lo que producimos. Cada año será menor ese porcentaje. ¿Qué hemos hecho y qué haremos para orientar el futuro? 

Nos quedamos atrás en comparación de otras ciudades como Querétaro, San Luis Potosí o Saltillo, tanto en calidad de vida, bienestar urbano e ingreso por habitante. ¿Cómo podemos apurar el paso para que lleguen inversiones y se construya la infraestructura óptima para el desarrollo?¿Cómo luchar con solo un presupuesto municipal de 11 mil 700 millones, apenas un  3% de lo que producimos? 

Necesitamos expertos que nos ayuden. (Esto continuará)

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