¿Qué pasa con los huérfanos al cumplir 18 años y salir de los orfanatos? En este caminar de décadas junto a jóvenes en vulnerabilidad, tengo el regalo de acompañar a cantidad de menores en orfandad y que tenían en común, el no tener cuidados parentales. Aunque recopilé una gran cantidad de testimonios en el libro que publicaré con UNICEF sobre orfandad y acogimiento, comparto con ustedes, estadísticas de los últimos 10 años. Formando parte de 2018 a 2024 del Consejo Estatal del DIF, presenté allí, datos de cómo se acumula el número de menores en el periodo de la adolescencia es decir de 12 a 18 años, pues no se cuenta en Guanajuato con un sistema de información que permita transparentar los números exactos.
Por haber formado parte de dicho Consejo, presenté a Poncho y a Lalo, que fueron Directores del Sistema DIF, así como a Adriana, que presidió el Consejo, las estadísticas que obtuve, con una proyección del año 2025 al 2030, mostrando que la cifra de menores en orfandad mayores de 15 años y que saldrían inevitablemente de las Casas Hogar, seguiría creciendo de 250 a 400, si no se facilitaba a través de un “proyecto de vida independiente”, su egreso (la probabilidad de ser adoptados después de los 10 años es casi nula), para que pudieran construir un proyecto de vida confiable. También, les expuse, sin éxito, la experiencia de Ciudad del Niño Don Bosco, el mayor proyecto para atender a menores en vulnerabilidad que tiene el estado desde 1960 para que aceptaran canalizarlos con nosotros.
La conclusión del estudio presentado, es que más del 85% regresan a su entorno de origen y se pierden, regresando al entorno del que el Estado mexicano les separó cuando eran pequeños. Es decir, todo lo invertido en ellos, se va a la basura. Lamentablemente, a los 18 años, los menores deben salir a la calle, por no poder ser retenidos ya por ley. Teniendo cercanía directa e indirecta con 80 historias de vida (que representan alrededor del 20% de los menores adolescentes “institucionalizados” en el estado, pude construir una tipología para poder ubicar los factores que incidieron en el éxito o en el fracaso de su proyecto de vida. Así, en el primer grupo estaban aquellos menores en orfandad que tuvieron en su entorno de origen, contacto con el crimen organizado, corrupción de menores o adicciones. En tanto que, en el segundo grupo, estaban aquellos marcados por la violencia intrafamiliar y en el tercero, aquellos que estaban en vulnerabilidad social pero que tuvieron abandono y pérdida de su red parental por algún motivo.
Las variables que ubiqué en el estudio, para explicar su pronóstico de fracaso para la “vida independiente”, fueron los siguientes: perfil psiquiátrico (proclives a enfermedades mentales), perfil psicológico con propensión hacia la ansiedad y la depresión, perfil de la Casa Hogar donde vivieron, tiempo de institucionalización, expectativa acerca de su futuro, contacto con redes de apoyo como padrinos tutores o maestros, vivencia de experiencias formativas clave, equipo psicológico y de trabajo social de acompañamiento, instalaciones idóneas para la adolescencia en casa hogar, cercanía con algún programa de vida independiente, la presencia de hermanos o familiares cercanos, la capacidad cognitiva y educativa y por último, habilidades para el trabajo. Estas características parametrizadas permiten, como variables explicativas, valorar una variable dependiente que es la “probabilidad de tener capacidades y competencias para enfrentar la vida independiente a los 18 años”.
Encontré que el 78 % deseaba volver a su red familiar. Escasamente el 13 % tenía alguna claridad sobre su proyecto de vida. Solo el 4 % tuvo una figura como mentor o profesor o familia, que les diera confianza, orientaciones y apoyo para el futuro. Solo 3 % tenía conocimiento sobre sus derechos como adolescentes. 36 % contaba con algún tipo de soporte psicológico o espiritual en su casa hogar. Escasamente el 11 % tenía algo de cultura financiera y solo el 14 % tuvo en la casa hogar instalaciones adecuadas para la adolescencia como canchas deportivas, biblioteca, talleres o escuela.
Es decir, los menores adolescentes, son retenidos por el cruel sistema de adopciones que les niega el derecho de formar redes que les den capacidades al futuro al ser mayores de edad. El éxito de los miles de menores que han vivido en Ciudad del Niño Don Bosco, es el sistema preventivo salesiano que les educa basados en el “ambiente comunitario abierto” en la Casa Hogar y no en las amarras y cárceles que para ellos son muchos de los orfanatos que tenemos en Guanajuato incluso algunos canalizados a anexos o a psiquiátricos como los que fueron al Dina Belanger de San Luis Potosí. La reforma que ingresó Familias de Corazón AC al Congreso y que se debate en la Comisión de Justicia, son 14 puntos entre los cuales pedimos se acepte que haya Casas Hogar especializadas en adolescentes, para formarles capacidades y no para tenerles encarcelados y echarlos a la calle cuando tengan 18 años.
