Platón, ya hace algunos ayeres, contaba la historia de Giges, el cual era un pastor que habría encontrado un anillo mágico en el dedo de un cadáver dentro de una cueva. Al ponérselo, se dio cuenta que se volvía invisible. Con este poder, Giges se dio a la tarea de seducir a la reina, asesinar al rey y apoderarse del trono.
Pues bien, en estos días fuimos testigos de la noticia del hallazgo macabro de un rancho dedicado al reclutamiento forzado y exterminio por parte del crimen organizado. Por lo que se entiende, este lugar mientras estuvo habitado operó en absoluta impunidad y seguramente la resolución final y asignación de culpas y responsabilidades por las actividades realizadas quedará, otra vez, en el cajón del olvido.
En la relación de este hecho actual con la historia relatada por Platón, podemos darnos cuenta y se vuelve evidente que, si una persona, grupo o comunidad se vuelve consciente de que nunca será castigado por sus acciones, es en extremo probable que la corrupción pueda enquistarse y que sus nefastas actividades las realizarán en mayor gravedad y frecuencia. Aunando estos conceptos al sector salud en México, la impunidad es manifiesta de manera alarmante en multitud de rubros y con casos de altísimo impacto y gravedad, en los cuales pareciera imposible fincar responsabilidad a los culpables.
Tomemos como ejemplo el desabasto de medicamentos que afecta a miles de pacientes, en especial a aquellos con enfermedades crónicas y graves, originado por una estrategia fallida de “combate a la corrupción” y “ahorro” en la adquisición de medicamentos, que condujo a cambios abruptos en los procesos de compra y distribución de fármacos, eliminando intermediarios y centralizando compras, que se tradujo en una logística ineficiente y una falta de planeación que agravó el desabasto. Estas políticas y decisiones no fueron de “generación espontánea”, puesto que alguien (sujetos o grupos) formularon estas propuestas, las analizaron y les dieron el visto bueno y, a pesar de los desastrosos resultados, siguen tan campantes e incluso algunos se encuentran en nuevos puestos de poder, es decir, fueron corruptos y negligentes y al día de hoy están impunes ¿Usted cree que cambiarán?
La impunidad en salud y otras ramas de la sociedad mexicana permanecen por la falta de verdadera voluntad política, ya que las autoridades encargadas de investigar y sancionar la corrupción carecen de independencia o están vinculadas políticamente con los implicados, lo que dificulta la aplicación de justicia, sumándose además los sistemas de control débiles, con mecanismos ineficientes de supervisión y rendición de cuentas o la complicidad dentro de las instituciones que permite que funcionarios corruptos operen impunemente protegiéndose mutuamente y de igual manera no es de gran ayuda la burocracia y lentitud judicial, pues los procesos legales suelen ser largos y complejos, lo que desalienta la denuncia y facilita que los casos queden en el olvido y sin consecuencias.
La combinación de estrategias mal implementadas, corrupción sistémica y debilidad institucional, han llevado a crisis de diversos sectores del estado mexicano y la salud no es la excepción. En nuestro país, a pesar de la gravedad de las faltas, los responsables rara vez enfrentan consecuencias o castigos, es decir, tal y como Giges, pareciera que son invisibles e intocables y siguen haciendo sus fechorías a diestra y siniestra sin repercusión alguna. Lamentable realidad que vale la pena combatir. Es tiempo.
Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.
RAA
