Se acercan los idus de marzo y, con éstos, como en Julio César de Shakespeare, se presagian cambios profundos, el advenimiento de un mundo impredecible y peligroso.
En sólo seis semanas, Trump desmanteló la misma alianza histórica de EU con Europa que derrotó al nazismo y que superó a la URSS en la Guerra Fría. Debilitó contrapesos en su país, removió a inspectores generales (5 de los cuales investigaban empresas de Musk), al militar de más rango en las Fuerzas Armadas; intenta judicializar la persecución de sus opositores, ha debilitado órganos reguladores a partir de despidos masivos y ha arrasado con cualquier noción de decencia en su gobierno. Padecemos de cerca esa misma historia.
El reciente anuncio de la creación –con recursos públicos– de una reserva de criptomonedas del gobierno de EU es la muestra más descarada de corrupción en el nuevo gobierno. Carece de sentido. EU tiene el monopolio sobre la emisión de dólares, divisa que es el principal refugio de valor en el mundo y del cual Valéry Giscard d’Estaing se refiriera como el “exorbitante privilegio” de ese país. ¿Por qué usar recursos fiscales para crear esa reserva de “monedas” que compiten con la propia? La única explicación es que favorece a grandes donadores republicanos. Es tan cuestionable que hasta los grandes impulsores de criptomonedas –Jason Calacanis, Brian Armstrong, Anthony Pompliano– critican la medida y cuestionan sus motivos.
Trump eligió 5 criptomonedas, las dos más grandes y tres de menor importancia. Ya él había anunciado la emisión de $TRUMP, su propia “meme moneda” (una criptomoneda originada por un meme en internet), el equivalente moderno a publicar una cuenta numerada suiza donde se pueden recibir pagos millonarios sin dejar rastro. Los hijos de Trump participan activamente en ese espacio y se sospecha que gente cercana a su administración invirtió en las monedas que eligió, antes del anuncio. Ya se sabía, en su primer mandato, que cualquier visitante a Washington que buscara el favor de Trump debía alojarse en su hotel. Ahora, los vehículos para corromper son más flagrantes y opacos.
El mundo extrañará el liderazgo geopolítico de EU que tanto criticó. El nuevo (des)orden mundial entraña peligros serios. Más allá del arrogante espectáculo de Trump y Vance humillando a Volodymyr Zelensky en la Casa Blanca, dándole la espalda a Ucrania, Trump les dio convincentes motivos a países como Corea del Sur, Japón o Alemania para desarrollar armas nucleares. No pueden depender de EU para protegerlos.
Recordemos que Ucrania tenía el tercer arsenal nuclear más grande del mundo, y en 1994 firmó el Acuerdo de Budapest en el que lo desmantelaba a cambio de garantías de que su soberanía territorial sería respetada. EU, Rusia y el Reino Unido firmaron. Trump echó por el inodoro la credibilidad de EU como aliado y garante. El artículo 5º de la OTAN es ya ficción. Cada potencia se defenderá como pueda y el mundo será mucho más inseguro.
Trump es como chivo en una cristalería donde somos el cristal que rompe. La volatilidad en medidas con enorme impacto, como los aranceles que nos impuso, comprueba las limitaciones e inexperiencia de su gente. No es fácil encontrar un equipo que sea, además de incondicional, competente. Bastaba ver la cara de Marco Rubio en su junta con Serguéi Lavrov, el experimentado ministro de Asuntos Exteriores ruso. Se lo comieron vivo.
¿Qué nos toca hacer? Estoy de acuerdo con Ricardo Anaya. Aprendamos de la experiencia en México lidiando con populistas. Trump no responderá a datos (él tiene otros) o razones. Tiene el mandato de sus electores, pero una efímera mayoría en ambas Cámaras. Apliquemos aranceles en productos que provengan de distritos que los republicanos pueden perder en 2026. El riesgo de perder sus magras mayorías les puede hacer recular. Presentemos un frente unido. Es vital cancelar el evento en el Zócalo donde manifestaciones anti-EU serán contraproducentes.
En un entorno tan adverso, jugamos con fuego si no corregimos el rumbo. Estos son tiempos de sumar. Seamos el adulto en la relación. Seamos pragmáticos y estratégicos.
