Al vivir en un planeta gobernado en apariencia por las redes sociales, donde el presidente de los Estados Unidos decreta aranceles o despide a la cúpula militar con un simple trino, o su equivalente en la Argentina recomienda sin escrúpulos criptomonedas fraudulentas, pareciera poco importar el renombre digital de la actual gobernadora de Guanajuato, Libia Denisse García. 

En ese mundo digital perfecto, donde todavía muchos buscan mantener una imagen decorosa y para ello invierten no pocos recursos, la salida de uno de sus community manager CN (neologismo tecnológico para designar a los encargados gestionar las redes sociales), evidencia el grado de improvisación que se está convirtiendo en la tónica predominante en este sexenio. 

García busca llevar más allá la forma de gobierno de su antecesor, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, refuerza los spots publicitarios motivacionales en todos los canales posibles, mientras se “acerca a la gente” con esa extraña mezcla de carnaval y gira publicitaria que llaman “caravanas”, promovidas a su vez a todo tambor en su entramado digital. Ante la pregunta obvia de un ciudadano de a pie: ¿de qué nos sirve todo esto si no tenemos seguridad? La respuesta del CN no pudo ser más vulgar y descarnada: “Te platico que estas caravanas son para poder llevarles los trámites y servicios que necesitan a sus municipios perro imbécil (emoji sonrojado)”. 

El insulto a través de una cuenta de gobierno, a pesar de las deficiencias en la sintaxis y la carita para atenuarlo, corona una explicación absurda: García y su comparsa traerán los servicios hacia nosotros como si antes no hubieran estado disponibles. O mejor, el estado debe entrar en modo Festival Tarjeta Rosa y olvidar su exigencia más importante desde hace un par de sexenios. ¿Irá también el carnaval a Celaya a explicarle lo mismo a los más de 5.000 estudiantes que salieron a las calles exigiendo seguridad para caminar por la calles y el fin de la impunidad en los casos de sus compañeros asesinados?

En este espacio me habría gustado defender a los perros, un animal tan noble no merece que su nombre sea empleado como insulto; también a los imbéciles, categoría legal y médica discriminatoria ya en desuso. Sin embargo, eso me desviaría de un par de observaciones importantes. 

Por una parte, la profusión de estas conductas en las redes ya no alarma a nadie, es muy fácil producir cualquier imagen o comentario falso y presentarlo como verdadero, algo que cada vez erosiona la credibilidad de estos sistemas de información donde todo vale mientras genere tráfico en la red. 

Ese post, por ejemplo, fue denunciado por la dirigente del partido Movimiento Ciudadano, Yulma Rocha, y a pesar de aseverar que lo había comprobado en persona, fue tachado por varios cibernautas como fake, con la correspondiente andanada de insultos. Incluso un usuario, José Ramírez @JosRamps, subió un screenshot falsificado donde la misma exdiputada repetía el insulto Perro imbécil. 

Aún tras la aceptación de la culpa por parte de la oficina de prensa de la gobernadora y su compromiso de reprender al imprudente empleado, había duda sobre la autenticidad. 

No podemos confiar en la calidad de información de las redes, porque no sabemos quién realmente está del otro lado. El error pudo haber sido humano, pero también puede responder a un fallo o exabrupto de algún bot o algoritmo que se comporta, con todos sus defectos, como un ser de carne y hueso; incluso puede hacerse pasar por la gobernadora del estado de Guanajuato. 

Esto último me lleva a preguntar ¿Qué habrá detrás de toda esta maquinaria informativa y mediática de las caravanas y los spots guapachosos y populistas? Lamento responder de la misma forma que durante la era de Rodríguez Vallejo: un enorme vacío. 

 

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