Aquí he afirmado que endeudarse es bueno. Muchos lo hicimos para hacer crecer una empresa o para tener un patrimonio. Se compara la tasa de interés que pagamos con el rendimiento que nos dará el préstamo y cuando éste es mayor que aquellas, nos endeudamos. Esta verdad, se comprueba en todas las esferas de la vida, también en el gobierno. En este espacio, hemos analizado algunos de los proyectos emblemáticos en los que invirtió el ex Presidente AMLO y mis comentarios eran en el sentido de tener un enfoque social, pero que, en lo financiero, serían una pérdida para el País, pues no tenía retorno la inversión.
Aquí la cuestión, es que, con el cierre de año, se puede hacer análisis de la deuda que contrae en gobierno federal (el caso del estado de Guanajuato lo hemos analizado aquí, y las buenas calificaciones crediticias que tiene). La deuda del gobierno federal (es decir, de todos los mexicanos) creció 1.6 veces en pesos constantes (sin inflación) durante los últimos seis años (2018-2024), una carga pesada que le heredaron a la presidenta Claudia Sheinbaum. No es sencillo para ella, pues en 2025, el gobierno federal deberá manejar las finanzas públicas en un entorno de desaceleración económica e incertidumbre por los aranceles que impondrá Trump.
Veamos números: al final del 2018, AMLO recibió del gobierno priista de Peña Nieto, un desbalance presupuestal de 640 mil 412 millones de pesos constantes (se pueden comparar año con año) y, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda (SHCP), para el cierre de 2024, AMLO entregó a Claudia un déficit que ascendió hasta de un billón 663 mil 242 millones de pesos constantes, monto nunca antes registrado, pues es 160% en términos reales en todo su sexenio. Pero como digo, no es malo endeudarse, la cuestión es en qué lo invirtió: Tren Maya, Refinería, Mexicana de Aviación y otros megaproyectos. Tener un déficit presupuestal (saldo entre los ingresos y egresos) de ese tamaño, es muy preocupante, si los proyectos no le generan rendimientos financieros al gobierno o si no provocan crecimiento del PIB (dos situaciones que no han sucedido).
Al igual que con una familia o persona, pedir prestado no es problema si se relaciona con nuestro ingreso y ahí está otro problema. Medido como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), el déficit financiero del sector público federal creció en 2.9 % durante el sexenio de AMLO, al pasar desde una tasa de 2% en 2018 hasta 4.9% del cierre de 2024, su mayor cifra desde el inicio de la serie histórica (1990) que registra la SHCP. Es decir, nos endeudamos más del doble, teniendo crecimientos del PIB cercanos al 1%. Así, está canijo endeudarse. Sólo en el 2024, año electoral, el déficit presupuestario creció en 46.7% real anual respecto al año previo, su mayor tasa de crecimiento desde 2020, año en que el Gobierno tomó medidas extraordinarias para hacer frente a los impactos por la pandemia de Covid-19.
La cuestión es que el presupuesto federal, enfocado al consumo (programas sociales), sí dio rendimientos electorales, pero no de crecimiento económico o de reducción de la pobreza. Obras como el Tren Maya, incrementaron el déficit presupuestario del año 2024, y lo mismo sucedió con el Corredor Interoceánico. Por eso, la reacción mesurada de la Presidenta Sheinbum de reducir el gasto federal para que este año, el déficit presupuestario se reduzca considerablemente a 3.2% como proporción del PIB. Solo que, al tener enfrente el pago de las crecientes pensiones y los programas sociales, el margen de inversión pública y transferencias a los estados, se reduce cada vez más.
Por eso, el margen de maniobra del gobierno federal, se reduce y esto se puede constatar en la falta de inversiones en estados como Guanajuato o en el maltrecho sistema de salud, como el IMSS-Bienestar, que ha dejado sin medicinas en los estados y donde inteligentemente, Guanajuato no ha ingresado. Ese desabasto de medicamentos, ya reconocido por la Presidenta, es otro indicador del colapso general del sistema de salud, que lamentablemente, no es “mejor que el de Dinamarca”, pues en nuestro estado, a diferencia de los hospitales estatales, los hospitales públicos federales tienen un desabasto sin precedentes.
Por eso, desde el discurso, Sheinbaum es más cautelosa y habla más con la verdad. Las finanzas públicas tienen enormes restricciones; reducir el déficit es una medida inteligente que está tomando y enfocarse a proyectos como el de trenes, que prometen tener la rentabilidad financiera que tanto necesitan las finanzas públicas federales.
