La revista del Instituto de Física Británico publicó el pasado 19 de febrero un artículo de Robert P Crease con el título anterior. Inicia recordando que el físico-matemático Feeman Dyson afirmaba que él veía a los científicos como “rebeldes”, luchando contra otros científicos (ver su libro: “El científico como rebelde”) y contra las restricciones que la cultura en que viven les impone, sin embargo, Robert P Crease afirma que ahora, cinco años después de la muerte de Freeman Dyson, los científicos tienen enemigos mucho más temibles. 

Ahora los opositores de la ciencia incluyen a políticos del más alto cargo que desprecian a los científicos y a sus descubrimientos acusándolos de carecer de objetividad y de estar motivados políticamente.  Ellos afirman que la ciencia es política realizada por otros medios y usan esto para ignorar o rechazar hechos científicos.  

Por ejemplo, miles de investigadores de todo el mundo contribuyen a los esfuerzos del Panel de Cambio Climático de las Naciones Unidas para medir el impacto y consecuencias del incremento de bióxido de carbono en la atmósfera.  Sin embargo, el presidente norteamericano Donald Trump -hablando después de que el huracán Helena dejo un trazo de destrucción en el sur-este de los Estados Unidos el año pasado- afirmó que el cambio climático “es una de las grandes mentiras”. 

Mientras tanto el juez norteamericano John Roberts rechazó el uso de las matemáticas para cuantificar los efectos partidistas en la manipulación de los distritos electorales, calificándola de “palabrería sociológica”.

Actualmente muchos resultados científicos son acusados de ser resultados de agendas políticas y no de investigaciones serias revisadas por pares.  Esto no solamente es anti-científico sino que también afecta a nuestras democracias menospreciando la opinión de expertos y evitando un debate real y útil. 

Un ejemplo de esto ocurrió en Carolina del Norte en donde se prohibió el uso de modelos para predecir el incremento en el nivel del mar evitando con esto el tomar medidas preventivas para evitar desastres que pueden afectar a la población. En México tenemos también debates que dejan a un lado los resultados científicos, dando prioridad al llamado conocimiento derivado de los usos y tradiciones culturales. 

Tal es el caso del maíz transgénico, que actualmente se encuentra en una controversia atendida por un panel de Tratado comercial que México tiene firmado con Canadá y Estados Unidos.

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