El mundo se enteró a detalle de la tragedia de las muertes de Juárez a través de la literatura. Hace unos meses, Don Raúl Gutierrez y Montero, compañero de coloquios literarios, recomendó el libro de Roberto Bolaño llamado 2666. Desde hace tiempo había descubierto que el escritor chileno tenía fama internacional como una de las revelaciones de principios de siglo. 

En las librerías norteamericanas de Barnes & Noble se exhibía su última edición en inglés, de 1126  páginas. Un tabique de libro que contiene 5 narraciones o 5 novelas con un hilo conductor. Sería largo recorrer los temas que a veces son de crítica a la crítica literaria, a veces son puras relaciones humanas fortuitas y en su centro, a mitad de libro, viene la historia novelada de las muertas de Juárez. 

Bolaño, basado en hechos reales, hace un recuento, casi tomado del ministerio público, de los feminicidios de la década de los noventa. Entrevera historias de policías, boxeadores y reporteros afroamericanos que cubren una pelea de box en “Santa Teresa”, ciudad imaginaria de la frontera con Estados Unidos que representa a Juárez. 

Comenzar un libro de 1126 páginas resulta un reto a veces difícil de culminar, más cuando la narración es una secuencia de asesinatos de personas indefensas, de niñas, jóvenes y mujeres en condiciones de precariedad social y económica; trabajadoras migrantes que llegaron a Juárez en busca de trabajo en las maquiladoras. A medida que pasan las páginas, hay arenas movedizas que atrapan al lector. Quiere uno librarse de ellas y dejar a un lado el dolor que causan, quiere uno deshacerse del peso del inmenso sufrimiento humano y la impotencia para comprender la peor de las maldades. 

Queremos aventar el libro por allá, donde no nos moleste, meterlo debajo de un cajón o borrarlo del Kindle para siempre. No se puede. Bolaño es un maestro de la literatura que nos hace sufrir para que comprendamos, para que sepamos de un verdadero infierno.

El estilo es tan duro como sicalípticas las descripciones de la imaginaria cárcel de la ciudad. Hay momentos en los que uno no cree que Bolaño pueda arrastrarnos por esos sitios lóbregos sin importar lo que pensemos. Nos lleva como muñecos de trapo por las calles de Santa Teresa al lugar de los hechos. Son decenas de tragedias griegas que tienen escenario en cerros y parajes baldíos. Nada agradable. 

Entonces, ¿por qué Bolaño fue premiado con el reconocimiento de la crítica literaria? Desde The New York Times y críticos mundiales -a quienes por cierto crítica en la novela- colocan a 2666 como una de las 10 obras de ficción más importantes del siglo. 

Bolaño falleció a los 50 años, antes de que se publicara su obra magna. La muerte prematura no le permitió ver su éxito. Nos hubiera gustado poder entrevistarlo para saber por qué decidió mostrar al mundo la condición humana en la frontera con Estados Unidos. Viene a cuento este pequeño apunte sobre 2666 porque surge una historia que nos atañe. ¿Quién contará la historia de 12 años de violencia en Guanajuato, de feminicidios, infanticidios y homicidios que suman 10 en promedio diario? ¿Será posible saber lo que pasó en Celaya con cada crimen, narrado desde la literatura? No lo sabemos.

Bolaño no echa culpas ni hace juicios políticos, no establece normas morales rotas ni responsabilidad de gobernantes y partidos, simplemente narra hechos que parecen, en ocasiones, tan terribles como los reales. Como extraordinario novelista, deja que los personajes cuenten su historia; él sólo los guía por donde ellos quieren ir. 

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