Ya habrán notado, mis estimados, las coincidencias que existen entre la 4T y Trump. Una de las más sobresalientes es que nunca nada es culpa o responsabilidad de ellos. Para muestra un botón: tras el lamentable accidente aéreo en Washington cuando un helicóptero militar colisionó en el aire con un avión de pasajeros, matando a todos, Trump culpó ¡a Obama y a Biden!
El jueves, en nuestro México Mágico, un vocero de la Secretaría de Hacienda culpó del magro desempeño de nuestra economía en el último cuarto del 2024 a “huracanes y huelgas”. Ni por asomo son capaces de reconocer sus propias contribuciones a la zozobra e incertidumbre que han causado con la destrucción de la autonomía del Poder Judicial, y la clara andanada para acabar con los organismos autónomos, incluyendo el INE y el INAI.
Para los de la 4T no existen, nunca se dieron ni acarrearon nocivos efectos, la división social, polarización y abusos de poder cometidos desde el púlpito presidencial contra ciudadanos, ya empresarios, ya políticos de otros partidos, y medios. Estos ataques fueron de carácter personal, con saña. Nunca antes se había empleado la investidura presidencial para atacar en lo personal a ciudadanos, para difamarlos y acusarlos sin fundamento de hechos y delitos que jamás cometieron.
Se llegó incluso a que desde esa investidura se difundieran datos personales y bancarios de personajes cuyo único pecado fue ejercer la libertad de expresión y que investigaban y divulgaban contratos, o negocios ilícitos de los políticos en el poder o sus familiares. Quiera Quetzalcóatl que nunca regresemos a esa época en que se rebajó la investidura presidencial.
Entonces, si se habla de la violencia, la culpa no es de los “abrazos, no balazos”, sino de Calderón y García Luna: gente que tiene más de doce años de haber dejado el poder. ¿Y qué nos dicen de los últimos seis? ¿Quién visitó Badiraguato, Sinaloa, seis veces? ¿Quién se reunió con la madre de “El Chapo” y abuela de “Los Chapitos”? ¿Quién les puso carreteras para que estuvieran mejor comunicados con Sinaloa y el resto del País? ¿Quién dio la orden para que liberaran a uno de los Chapitos en el “Culiacanazo” del 2019?
Tengan por seguro que no fueron ni Calderón ni García Luna, y sin embargo, de todo lo que hoy pasa, les siguen echando la culpa. Obvio resulta que cuando la culpa -o la responsabilidad- siempre la hacen recaer sobre alguien más, se lavan las manos de encontrar soluciones. Al emplear el recurso de recurrir al chivo expiatorio es lo mismo que afirmar que quien tiene que resolver la violencia en México ¡es Calderón!
Pero no, chatos, quienes llevan las riendas son ellos, por lo tanto, la responsabilidad de desaparecer la violencia es de ellos. Quien ejerce el poder es quien debe rendirle cuentas al pueblo de logros y fracasos por igual. No se vale andar esquivando responsabilidades culpando a quien no gobierna, o a “factores externos” incontrolables como huracanes y huelgas.
Si nuestra economía se empina es porque llovió y si aminora su marcha es porque no ha llovido. Para que México crezca se requiere fomentar un entorno amigable al emprendimiento, a la creación de nuevas empresas y empleos.
Las prohibiciones y violaciones al T-MEC son tan graves que de siete reclamos legales que nos hicieron sobre el maíz transgénico, perdimos los siete, ¡y aún así están por votar su prohibición en suelo mexicano, siendo que es cuatro o cinco veces más productivo que el maíz nativo! De acuerdo, que se preserve el maíz nativo, pero como excepción, no como meta manifiesta de lograr la autosuficiencia alimentaria, misma que prometió y no logró ¿quién?: el antecesor de la Dra. Sheinbaum.
La primera regla para solucionar un problema es aceptar que se tiene el problema. Y lo que se debe evitar, primero que nada, es recurrir a la falsa puerta de poner excusas o culpar a otros en lugar de buscar soluciones. Las recetas ya existen, no tienen que inventar nada, sólo crear certidumbre y confianza: pleiteen si quieren, pero así jamás avanzaremos.
