Después de cuatro siglos y medio, si hay algo que quiere la población de León es seguridad y empleo. También salud, buena educación y una mejor movilidad. La urbe creció con el trabajo incansable de los leoneses. Vaya que somos tenaces. Entonces, por qué parece que no avanzamos. 

Basta ver las fotografías del pasado para encontrar que somos una ciudad mucho más desarrollada, sana y educada que cualquier tiempo pasado, pero no es suficiente. Nuestros ancestros vivían muchos menos años que hoy. En 1900 la gente moría, en promedio, a los 30 años. Todo por mortalidad infantil, falta de antibióticos y hospitales de primer nivel. En la familia, el abuelo Everardo Gómez Mena falleció en 1945 a los 59 años, de neumonía. Con antibióticos hubiera vivido 20 años más, son los  recursos que hoy nos permiten vivir 75.1 años en promedio (78 las mujeres y 72 los hombres) . Eso  es una bendición. En el futuro cercano ese promedio llegará a 85 si controlamos la violencia. 

También es cierto que nos falta mucho para competir con ciudades más avanzadas como la CDMX, Monterrey, Querétaro, Guadalajara y Saltillo. La industria del calzado cede paso a la diversificación pero aún es un componente importante de nuestro PIB. A diferencia de otras ciudades como Irapuato, Celaya o Querétaro, en el pasado no abrimos las puertas a la industrialización de avanzada. Las malas lenguas dicen que fue intencional, que los industriales del calzado y la curtiduría no querían competir con otros giros más poderosos. Lo cierto es que no tenemos un sólo parque industrial de dimensiones y calidad mundial. 

Hay políticos que presumen el Puerto Interior que sí tiene esas especificaciones, pero no está en León ni tributa aquí. Al igual que el Aeropuerto Internacional de Guanajuato, está en Silao, aunque en todas partes lo conocen como LEN. Cierto que el Puerto Interior y el aeropuerto son parte de la Zona Metropolitana de la ciudad, al igual que San Francisco y Purísima. Si sumamos el territorio de los tres municipios llegamos a casi 2 mil km2.  

Para el futuro podríamos ver esa ZML como un todo integral que tiene gente y clima inigualable para la inversión. Hay universidades, comercios y una cultura creciente. León puede ser un “milagro” de crecimiento, sustentabilidad y avance económico. ¿Cómo? Escuchando a expertos. Cuando los políticos piden a los ciudadanos qué obras quieren, siempre hay el recelo del populismo. Muy pocos ciudadanos saben qué es lo mejor para ellos. Al igual que en una consulta al doctor, se puede decir la dolencia para el diagnóstico pero no está en el paciente decidir el remedio. 

Las grandes ciudades tienen visionarios que imaginaron primero cómo podría ser su ciudad y qué proyectos hacer. El último gran estadista de Guanajuato fue Juan José Torres Landa. Jamás los cuevanenses hubieran imaginado que la calle del Padre Hidalgo en Guanajuato Capital -que era un río- se podría convertir en la calle subterránea más hermosa de América. Tampoco hubieran votado por quitar un atrio en  Irapuato para realzar la belleza de una iglesia, qué decir del monasterio de Yuriria cuando lo rodearon de jardines y quitaron comercio  ambulante y fritangas.  

León necesita una visión grande, donde se puedan aprovechar al máximo su territorio, donde sus habitantes puedan desarrollar su potencial. Ese es el secreto de las grandes ciudades de éxito. 

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