El 23 de enero se celebra el Día Mundial de la Libertad, con la finalidad de enaltecer la importancia de este derecho universal., referido a la facultad de las personas para elegir su forma de vivir, pensar y actuar en la sociedad de manera responsable, sin coerciones ni obligaciones. En otras palabras, es la capacidad que tienen las personas de actuar por su propia voluntad, basado en el respeto hacia sí mismo y a los demás.
También el 24 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de concienciar a la población mundial acerca de la importancia de la educación.
La educación es un concepto genérico, es necesario definir más a qué educación nos referimos la diferencia entre educar animales y seres humanos radica principalmente en las capacidades cognitivas, emocionales y sociales de cada uno, así como en los objetivos y métodos empleados en los procesos de aprendizaje.
Educar para la libertad es un enfoque transformador de la educación que busca formar individuos capaces de pensar, decidir y actuar de manera autónoma, responsable y consciente en un contexto social y ético. Se trata de una educación que va más allá de transmitir conocimientos, enfocándose en empoderar a las personas para que ejerzan su libertad en beneficio propio y del bienestar colectivo.
Se trata de permitir que las personas desarrollen su capacidad de tomar decisiones libres y reflexivas, basadas en el conocimiento, la ética y sus propias convicciones. Impulsar el pensamiento crítico, enseñando a cuestionar dogmas, prejuicios y estructuras injustas. La libertad no se concibe como un concepto egoísta, sino como una práctica acompañada de responsabilidad hacia los demás y la sociedad. Para ello hay que educar en casa, escuela y sociedad.
Elementos clave de una educación para la libertad: analizar, reflexionar y evaluar diferentes perspectivas antes de tomar decisiones. Fomentar la capacidad de discernir entre la verdad y la manipulación en un mundo saturado de información. Dar espacio a la imaginación y la innovación, permitiendo a las y los estudiantes explorar nuevas ideas y soluciones.
Valorar la expresión personal y artística como un medio para liberar el potencial humano. Proveer herramientas para que las personas entiendan las consecuencias de sus decisiones. Formar personas capaces de asumir la responsabilidad de sus elecciones y su impacto en los demás.
La libertad sin un marco ético puede derivar en caos. Educar para la libertad implica enseñar valores como la justicia, la solidaridad, el respeto y la empatía. Ayudar a los individuos a definir su propio camino en la vida, respetando su identidad, sueños y aspiraciones.
Una educación para la libertad permite a las personas cuestionar y superar sistemas opresivos, ya sean políticos, culturales, económicos o sociales. Brinda a todos las mismas oportunidades para ejercer su libertad, independientemente de su origen, género o clase social. Las sociedades libres dependen de una ciudadanía que comprenda y ejerza sus derechos y deberes de manera informada y responsable. La libertad fomenta la flexibilidad para enfrentar los retos de un mundo en constante transformación.
Educar para la libertad es formar personas autónomas, críticas y responsables, capaces de construir su propio camino y contribuir al bienestar común. Es una educación que empodera, libera y transforma, porque reconoce que la verdadera libertad solo puede ejercerse plenamente cuando está guiada por el conocimiento, la ética y la solidaridad. Como dijo Freire: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.” La educación que no conduce a la paz es incompleta y no cumple su propósito real. La paz no es solo un ideal, sino una práctica que debe integrarse en cada aspecto del proceso educativo. Sin paz, no hay educación verdadera; sin educación verdadera, la paz nunca será posible.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
