Escuchamos y leemos en las redes sociales comentarios sobre una posible intervención de Estados Unidos en contra de los cárteles. Donald Trump los ubica como organizaciones “terroristas”. La postura de México es institucional: “jamás permitiremos una intervención”. La retórica dice que nos envolveremos en la bandera para defender el suelo patrio. Son pamplinas. 

Ni Donald Trump invadirá México ni los mexicanos que desean que lo haga, porque odian a la 4T, verán a “Marines” invadir Sinaloa. La realidad es más sutil. Los norteamericanos están metidos hasta el cuello en los acontecimientos políticos concernientes al narcotráfico y, especialmente, al fentanilo que invade su país. La mejor muestra fue la entrega voluntaria o forzada del Mayo Zambada. 

La intervención norteamericana tiene décadas. La presencia de la DEA fue tema desde el asesinato de Enrique Camarena, un agente sacrificado por Rafael Caro Quintero. En el sexenio pasado, López Obrador quiso deshacerse de la vigilancia de esa corporación antidrogas por razones inconfesables. Además, mostró soberbia frente a EEUU al visitar en varias ocasiones el centro de operaciones del Cártel de Sinaloa en Badiraguato. Una afrenta directa a la DEA, el FBI y al Departamento de Estado norteamericano. 

La extradición forzada de Ismael Zambada dio muestra del tamaño de la intervención de EEUU. Al líder intocable e invencible lo llamaron a cuentas con pasaje pagado a la frontera. Vimos el enojo de López Obrador porque ni siquiera le informaron. Vemos aún el enojo de la diplomacia mexicana porque el silencio permanece. 

Ante la falta de una oposición sólida en México, sectores de la clase media esperan que Donald Trump ejerza su poder para limitar el de la 4T. Muchos -en forma traidora- quisieran ver Boinas Verdes en el país. Otros, más mesurados, quisieran un apretón de tuercas para que nuestro gobierno enfrente la realidad, la de grandes territorios del país tomados por el crimen organizado. Rambo no vendrá, ni la U.S. Army ni fuerzas especiales antiterroristas. 

Lo que invade al país ni siquiera lo vemos. Pocas cosas pueden escapar a la larga mano de la CIA. La tecnología permite la escucha de cualquier conversación, vea cualquier movimiento de “terroristas” de todos los cárteles en cualquier parte de nuestro territorio. Seguro que hay drones sobrevolando el territorio nacional o naves indetectables por nuestros rudimentarios sistemas de radar. Ven y escuchan todo. Así como sembraron armas en la operación “Rápido y furioso”, seguro tienen alambrados los teléfonos de los políticos asociados con las mafias; tienen el rastro de su dinero y el inventario de sus propiedades aquí y en paraísos fiscales. 

Todo eso lo sabe el Ejército, la Marina y la Secretaría de Seguridad Pública. La información la puede deslizar la embajada norteamericana para que las autoridades se muevan, como lo hicieron cuando perdieron al agente Camarena. 

Contra lo que se piensa, los vecinos prefieren que México haga su trabajo; no les gusta hacer pública su información con filtraciones y, con señales claras, apuran la acción de nuestras autoridades. Por fortuna lo vemos ahora. La presidenta Claudia Sheinbaum sabe lo que quiere Trump y va a cooperar en favor de México. 

En lo político Estados Unidos no será apoyo de la oposición, ni hará el trabajo que deben hacer quienes están en contra de la 4T. Recordemos: EEUU no tiene amigos, tiene intereses. 

 

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