Son días de relativa paz y que nos invitan a la armonía. Y aunque no paran las muertes violentas ni los accidentes, la realidad es que los seres humanos en este transitar alrededor del sol, vivimos con ciclos vitales. Por eso es que en las épocas navideñas afloran mejores sentimientos y quienes no los tienen, son tentados a vagar por la tristeza o simplemente a seguir destruyendo a su prójimo. Por eso, no hay propiamente treguas o descansos para los criminales o malosos en esta película con la trama de la vida diaria.

Me llamó mucho la atención desde el inicio del sexenio anterior, la insistencia del ex Presidente en su política de “abrazos y no balazos”. Yo siempre fui de los que afirmaba que estaba destinada al fracaso, pues no conozco alguna experiencia en la historia de la humanidad, donde la pacificación, la tregua, se haya dado a través de la rendición del Estado a respetar y hacer respetar las leyes. Por eso, desde el seno familiar, durante siglos, los seres humanos, fuimos educados respetando los límites y se comprobó que cuando no se establecen o se violan, sobreviene el caos y es imposible la armonía y el amor.

En México, es cierto que las enormes desigualdades económicas provocaran que miles de paisanos ingresaran al crimen organizado ante la falta de oportunidades de trabajos dignos. Pero la pobreza no justifica de alguna manera, el tener actividades económicas que saquen provecho con la muerte o la adicción de sus semejantes. Por eso, numerosos estudios han subrayado que, en el origen del perfil de los malosos, siempre han estado condiciones de familias disfuncionales que no pudieron ofrecer una crianza positiva y esto se tradujo en historias de muerte, lejanas al amor.

Por eso, cuando estos principios básicos se trasladaron a la vida social, se fue comprobando que hay una relación directa entre gobiernos que no respetan la ley y la impunidad; tanto como la hay entre gobiernos que hacen respetar la ley y se da como consecuencia, la prosperidad. Por eso, el rotundo fracaso de la política de “abrazos y no balazos”, no solo por haberse dado el sexenio con la mayor cantidad de asesinatos de la historia, sino porque permitió que la cultura de la impunidad se extendiera a casi todas las esferas de la vida.

Por otro lado, las experiencias más exitosas en el mundo, se basaron precisamente en la política de hacer respetar la ley a través de tomar medidas extremas para que una generación viera que realmente se respetaban los límites; crearon cultura de convivencia social basada en la ley y así fue como los países nórdicos tuvieron prosperidad o como las culturas orientales lograron esplendor en una o dos generaciones, como Singapur o Corea del Sur. El Salvador es otro ejemplo de cómo una estrategia basada en el cumplimiento de las leyes les llevó a ser hoy, un País con prosperidad y tranquilidad social.

Por eso, las enormes brechas sociales que tiene nuestro querido País. El sur es muy distinto que el norte. Se dieron por generaciones, cambios enormes en la cultura del respeto a las leyes y de trabajo, para que se creara riqueza y ésta se compartiera. Los niveles más altos de bienestar económico y social, se dieron en las economías de Jalisco, Aguascalientes, Querétaro, Nuevo León y con ello, nacieron generaciones de menores que fueron entendiendo que la prosperidad es resultado de una cultura de esfuerzo y superación.  Ciudades como Mérida, Orizaba, Querétaro, Monterrey, fueron floreciendo, cuando pudieron tener la capacidad de construir una visión confiable del futuro.

Será cada vez más difícil que nuestro México salga adelante cuando las autoridades no quieren que se respete la ley y prefieren regalar dádivas a construir capacidades. Por eso, nuestro amado País tiene tantos problemas. Hemos dejado que lleguen generaciones de jóvenes que quieren obtener dinero rápido y fácil a partir de cualquier actividad, sea lícita o ilícita. 

Por ello, el no respetar los límites de la convivencia social en el tráfico, en el trabajo, en la vida vecinal, para ser poco a poco, seres humanos que no reconocen ya los límites y sin éstos, es imposible construir el amor. 

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