Hay una novela de un escritor norteamericano que relata la vida de una niña ciega en París durante la Segunda Guerra Mundial. El  padre, encargado de un museo, construye un modelo de la ciudad con los edificios cercanos del barrio donde vive.

Quería que su hija tuviera esa maqueta para poder guiarse por la Ciudad Luz. La novela tuvo éxito por la forma poética en la que  una niña puede ver con sus manos a través de las creaciones de su padre. La novela de Anthony Doerr se llama “Toda la luz que no puedes ver”. Ganó el premio Pulitzer.

Algo pasó el jueves con el nefando asesinato de Milagros Monserrat Meza de la Rosa. Una cámara inesperada grabó el ataque y  los últimos minutos de vida de la víctima mientras se desangraba y moría. De nada valieron sus súplicas para que el asaltante no la matara. El video circuló con la crudeza de un hecho que jamás habíamos visto justo horas después de acontecido. Salió lo peor de la oscuridad humana. 

Pepe Cárdenas difundió en su programa de la tarde el sonido de las súplicas y en su formato televisivo parte del hecho. Los editores de AM suprimieron lo más horroroso del video y el audio. Era preferible no verlo. No mostrarlo. 

Por un momento pudimos entrar en toda la oscuridad que nos rodea, la que se ha instalado en nuestras ciudades. Con la  esperanza por los suelos, adivinamos que al subir la cortina de este crimen, podemos adivinar la situación inenarrable de lo que viven cientos de familias, padres y madres, huérfanos, hermanos tras la pérdida sorpresiva de sus parientes. 

El sábado publicamos que un muchacho fue asesinado en Santa Ana del Conde en una tienda familiar, justo frente a su mamá. No lo vimos, y el hecho, aunque terrible, pasa sólo a ser una estadística más en la guerra fracasada contra el crimen. Solo imaginarlo nos ubica en las puertas de las tinieblas y de un infierno en la tierra. 

El tema de la criminalidad no es un asunto técnico o policiaco, es un profundo tema político cuando llegamos a esta degradación social. 

Tampoco tiene su origen en la marginación o pobreza, pretexto muy comentado por quienes tienen la responsabilidad de gobernar. Antes éramos más pobres y con menos oportunidades pero vivíamos con una paz que hoy añoramos. Tampoco es un tema de partidos. Hay entidades donde gobierna Morena y la situación es peor como en Guerrero. 

Desde el sexenio de Miguel Márquez comenzó la descomposición. La respuesta -absurda e irresponsable- era que “se matan entre ellos” o “las muchachas se pierden porque se van al norte con el novio”. Peor aún: “fue un ajuste de cuentas”. 

En Guanajuato la responsabilidad del gobernante es que nadie se mate, que nadie desaparezca y las únicas cuentas las cobre la ley. Así de sencillo. 

Ante la cercanía de las elecciones Morena saca raja de la tragedia y pone espectaculares responsabilizando al PAN. Tienen razón pero también carecen de vergüenza. La tarea debe ser compartida.

También es tarea del presidente López Obrador y la Federación. Su fallida política de seguridad pública de “abrazos y no balazos” es una broma de mal gusto. 

Todos los candidatos de Morena y del Frente escucharon el primer reclamo en el país: “queremos seguridad, queremos vivir en paz”. 

Necesitamos que toda la fuerza del estado, que el gobernador Diego Sinhue Rodríguez y sus funcionarios hagan un esfuerzo  verdadero por la pacificación. Ninguna mujer debe morir como Milagros. Nadie debe morir por homicidio. 

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