Soy de los que considera pertinente el proyecto del Tren Maya, uno de los cinco proyectos clave del presidente AMLO. El problema, es que cuando uno anda “de hocicón” (nuestro Presidente insistió en que no se tumbará “un solo árbol”) las palabras se regresan. Cuando se hace inversión y obras para el desarrollo económico, siempre hay impacto ambiental, el asunto es cómo reducirlo. La falta de estudios de impacto ambiental y la necedad del Presidente de hacerlo como él lo quiere, ha deteriorado la imagen social de esta buena idea.
El Tren Maya, tiene de inicio, un buen enfoque: desarrollar el sur maya con una vía de comunicación que les lleve turismo nacional y extranjero. Pero al igual que las demás obras, insistir en hacerlas cuando llevamos 4 años de recesión económica y el mercado está deprimido, pasa del riesgo, a la torpeza. En el marco del Día Mundial del Agua se lanzó la campaña #Sélvamedeltren, que está en contra del más reciente cambio en la ruta del Tren Maya, que construye el gobierno de AMLO. En ese video varias personas reconocidas del medio del espectáculo y del medio ambiente, explicaron que la nueva ruta del proyecto de AMLO destruirá el sistema de ríos subterráneos más grande del mundo y además la flora y fauna de la región desaparecerá.
Activistas de Greenpeace y otras organizaciones (que nada tienen de conservadoras ni de neoliberales ni de corruptas) han protestado también contra la construcción del tramo ferroviario. Afortunadamente, un juez en México ordenó la suspensión temporal de la construcción de un tramo del proyecto ferroviario Tren Maya por falta de permisos ambientales, pero tarde o temprano, el proyecto se ejecutará y las siguientes generaciones verán socavones y accidentes. Esto, porque esta obra insignia de AMLO cambió el tramo cinco, el que va de Tulum a Cancún. La modificación no se consultó con especialistas para establecer el impacto ambiental, se hizo porque “solo los chicharrones del Presidente truenan”.
La ausencia de mecanismos de consenso y de contrapesos en inversiones que requieren grandes cantidades de recursos públicos, ha llevado en nuestra historia, a graves errores. Allí están los grandes puertos industriales, compra de navíos, puentes que no tienen uso, entre tantos otros, que podríamos enumerar. Este sexenio, el presidente AMLO, en su noble propósito de llevar desarrollo al sur del País, decidió concentrar recursos públicos -preponderantemente generados en el norte-, en proyectos emblemáticos, como: la refinería de Dos Bocas, el Tren transístmico, el aeropuerto Felipe Ángeles y sus proyectos sociales dirigidos a los sectores sociales más pobres.
México ha estado lleno de experiencias de proyectos que no tuvieron uso. De inversiones públicas que terminaron siendo “elefantes blancos” por partir solo de la voluntad del gobernante, pensando éste en incrementar su popularidad solamente. Por eso, el Tren Maya es un proyecto polémico que tiene al igual que nuestro País, divididos a quienes están en pro y en contra de él.
El sur del País tiene enormes rezagos por cuestiones estructurales históricas como su alta proporción de población indígena y también por una cultura ancestral que limita la mentalidad emprendedora. Por ello, su limitado desarrollo económico se refleja en amplia pobreza. El Tren Maya nacerá con esta posibilidad: disminuir los desequilibrios, generando oportunidades a lo largo de su recorrido a través del turismo, la comercialización e incluso del ecoturismo. Por eso, la idea de AMLO es buena y pertinente. El problema está en los altos costos de construcción y en la alta probabilidad de que sea mal administrado y con enorme deterioro de los ecosistemas mayas.
La resistencia de los grupos ambientalistas y de poblaciones indígenas es alta y se ha traducido en amparos contra el desarrollo del trayecto. AMLO de todos modos, ya no ve ni oye. Solo a los más radicales. Lo que es un proyecto potente, se convierte en otro más de los motivos para que las formas diarias de ofensa, agresión, división y odio del Presidente, se acumulen en este estilo autoritario de gobernar a un País tan necesitado no solo de crecimiento económico, sino de concordia. Solo queda hoy el grito de la naturaleza que clama: “Sálvanos del tren”.
* Consejero local del INE
