El esfuerzo del gobernador Diego Sinhue Rodríguez por modernizar Guanajuato con la mentefactura necesita dos complementos en la educación pública: la enseñanza del Inglés y códigos de programación. Con estas dos herramientas en manos de los estudiantes nuestro estado tendría una ventaja competitiva incomparable.
Sabemos que la educación pública y privada tiene problemas de calidad, que la pandemia tuvo un efecto desastroso en la continuidad de los programas y el avance de años. ¿Cómo pedir a las escuelas primarias y secundarias que den cursos de Inglés cuando no dominan el Español?, ¿cómo pedir que aprendan a programar cuando hay una debilidad marcada en el aprendizaje de las matemáticas y álgebra?
Guanajuato invirtió 900 millones de pesos en la compra de 100 mil laptops para el apoyo de los estudiantes. Son magníficas herramientas para entrar a Internet, para navegar y estudiar desde casa. También son una herramienta para aprender programación. Un chico que sabe Inglés y programación tiene las llaves del mundo en la mano.
La palabra “mentefactura” significa muchas cosas: crear robótica, mecatrónica y programar son algunas de las que visualizamos cuando escuchamos el término. Si cerramos el ángulo del análisis a la programación -indispensable para todo lo demás- vemos un campo infinito de posibilidades laborales para las futuras generaciones.
Miles de obreros guanajuatenses participan en el comercio internacional con la fabricación de autos y sus partes; proveen millones de pimientos y hortalizas al extranjero desde los modernos invernaderos y otros sólo tienen oportunidades migrando al norte. Desde ahí envían al menos 4 mil millones de dólares en remesas. Los ingresos de obreros y campesinos que participan en la cadena de exportaciones es una fracción de lo que puede ingresar un programador, un diseñador o un proveedor de servicios de “mentefactura” al exterior. La gran ventaja es que pueden vender conocimientos desde aquí.
En la prensa de Estados Unidos se publica la crisis de empleo, no por falta de puestos de trabajo sino por el contrario, por una sobreoferta de empleo, de puestos sin cubrir. Eso explica la migración imparable. Pero no sólo faltan cocineros, empleados de mostrador, choferes de tráiler o mucamas en los hoteles, sobra trabajo para técnicos programadores, diseñadores y especialistas en redes, mercadotecnia de redes sociales.
Lo afortunado de Internet y la herencia de la pandemia, es que millones de personas pudieron sacar adelante su trabajo desde casa. Hoy retomamos la productividad con modelos híbridos ahí donde se puede.
Cofoce, la agencia que ayuda a exportadores podría ayudar al arranque de empresas proveedoras de servicios a compañías norteamericanas, o mundiales, el caso es el mismo. La India exporta horas hombre desde sus computadoras en Bangalore y en cualquier parte de su territorio. Tienen la ventaja de una educación en Inglés y la ambición de mentes brillantes, pero la distancia crea complicaciones por los horarios. México está en sincronía con Norteamérica. Lo que necesitamos son esas dos materias ausentes en la educación: programación e Inglés. La maravilla del mundo es que hay métodos para enseñarlos en volumen, es decir, desde la infraestructura de Internet. Un ejemplo del valor del Inglés como segunda lengua, lo dio un maestro coreano tan bueno que comenzó a impartir clases remotas. Tuvo tanto éxito que ingresaba 4 millones de dólares al año por lo eficaz de su método. Todo un “influencer” enseñando. (Continuará)
