“España debería construir una central solar enorme. Podría suministrar energía a toda Europa”.

Elon Musk

 

Musk, el hombre más rico del mundo, dijo lo mismo en Hong Kong, China, cuando le preguntaron si la energía solar podría ser suficiente para los 1,400 millones de habitantes del país. “Sin duda”, dijo.  Había afirmado que en Estados Unidos bastaba un área de 100 millas por 100 millas (10 mil millas cuadradas) de paneles para surtir toda la energía que el país consume. Área muy pequeña si consideramos que ese país tiene 3.8 millones de millas cuadradas. 

A Musk lo juzgaron loco hace 10 años cuando dijo que pronto los autos eléctricos dominarán el mercado. Hay un video donde el director de VW casi se mofa de eso. Hoy Tesla vale más que todas las marcas del mundo juntas. Cuando creó SpaceX pocos imaginaron que estaría lanzando cohetes al espacio con la frecuencia necesaria para poner una red de internet mundial con una meta de 12 mil satélites. Además de llevar y traer astronautas y carga a la Estación Espacial Internacional. Todo con cohetes de reúso.

Su próxima apuesta es fabricar baterías baratas para almacenar lo que producen las granjas de energía y nuestras azoteas cubiertas de celdas. Pero lo más interesante debe ser lo que aún ni siquiera imaginamos.

Hace dos décadas escribía que la energía podría descentralizarse mediante la producción eléctrica con pequeñas turbinas de gas. El tema no era tanto el cambio de tecnología sino la disrupción de la CFE que centralizaba todo y generaba cuellos de botella a pesar de ser una “empresa de clase mundial”. 

La tecnología no fue por el camino que imaginaba: llegaron las turbinas de viento y las celdas solares. En apenas dos décadas la producción eléctrica se convirtió en la más barata con estos dos inventos. Año tras año fue menor el costo de las celdas cuyo precio cayó un 80%, y más grandes los aerogeneradores, cuyas aspas superan el tamaño de las alas de un Boeing 747. Los inventos comenzaron a ser rentables en todo el mundo.

La reforma eléctrica del 2013 permitió comprobar que esa energía, además de limpia, costaba la mitad por kilowatt hora que la producida por la CFE. Pero hubo otro fenómeno de descentralización, además de las granjas de miles de celdas: los paneles domésticos e industriales cubrieron el consumo directo de casas, comercios y oficinas y entregan energía de regreso a la red de la CFE. 

La contrarreforma que plantea Morena no sólo acabaría con los avances y economías de la energía limpia, también nos haría quedar fuera de futuros adelantos. Imaginemos que celdas solares y baterías fueran más baratas que comprar energía a la CFE. ¿Tendría el Gobierno una policía eléctrica para impedirnos el autoabasto?

Boris Johnson, el primer ministro inglés, plantea construir una red de nuevos aerogeneradores que triplicarán la producción de energía eólica desde sus costas; además el Reino Unido construirá 9 pequeñas plantas nucleares para no tener necesidad de comprar gas y petróleo. También permitirán el fracking a  pesar de la oposición ambientalista, todo con la intención de olvidarse de Rusia y los países árabes.

Musk, y no Bartlett, debería iluminar nuestro futuro. 

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