Queridos lectores: estoy animado porque Ale Gutiérrez visitó el pasado domingo el Parque Chapalita el domingo y pude mostrarle no solo la problemática ambiental y del robo de los predios municipales, sino que ella interactuó dos horas con la gente y constató los reclamos populares por la falta y cierre de espacios públicos y recibió el agradecimiento sincero por esa medida que beneficia a las mayorías y que era indispensable: la entrada gratis los domingos a todos los espacios públicos como el gesto de quitar los candados de una cancha empastada para que decenas de chiquillos la usaran.

Ale me inyectó pilas para seguir con acciones ciudadanas llenas de utopías, Por eso, les comparto mi preocupación (y plena ocupación) por el efecto que sigue teniendo la plaga del muérdago en nuestros árboles y bosques y digo esto, porque -en una estimación conservadora- la tercera parte de los árboles en zonas urbanas en el Bajío ya están ya atacados por este parásito. Una tradición celta dice que dos personas que se encuentren bajo un árbol con muérdago deben besarse y aunque esta tradición tiene un significado romántico que ha sido expresado en películas como Harry Potter, en realidad mata a nuestros árboles y mientras logramos un control biológico hay detener la plaga y rápido.

El muérdago es una planta semi-parásita que se hospeda en nuestros árboles. Con sus raíces, el muérdago penetra la corteza, crea un abultamiento pegajoso en las ramas y en el tronco. Ya instalado, rodea la rama, absorbe el agua, sales minerales y nutrientes, causando la muerte del árbol donde se aloja. Aquí he compartido con ustedes algunas ideas -basado en la literatura disponible de que el muérdago es transmitido por aves, insectos y aire y, que forma un ciclo nocivo, dado que no hay un control biológico natural de flora y de fauna que lo consuma.  Precisamente en febrero y marzo se da la polinización de esta plaga.

Sabemos por el “estado del arte” científico, que solo hay tres maneras de controlar el muérdago. El primero, es el riesgoso control químico, el segundo es la poda mecánica y el tercero es el control biológico, que lamentablemente es el menos estudiado y puesto en práctica. Podemos hacer control de la plaga con la poda de ramas con presencia de muérdago, eliminando hasta la mitad de la copa total del árbol; el producto resultante se pica, entierra o quema para evitar la maduración de los frutos y con ello la dispersión de la semilla hacia áreas sanas. Pero hacerlo, es una friega (a mí me destrozó el cuello por el esfuerzo físico).

En mi experiencia de 30 años en Sierra de lobos y en parques de la ciudad al reforestar, planteo tres hipótesis pasado en la observación de alrededor de 500 individuos y dónde concluyo: el muérdago de propaga cuando el árbol tiene “stress hídrico”. La segunda es que la falta de nutrientes en el suelo hace vulnerable al árbol. La tercera, es que hay especies más propensas a contraer la enfermedad, como pinos, acacias, eucaliptos, casuarinas y fresnos mexicanos. Interactuando con alumnos y profesores de biología por darles conferencias en el ITESI, compruebo que lamentablemente no contamos con proyectos de desarrollo tecnológico con apoyo financiero para el control y aprovechamiento del muérdago.

En el Parque Metropolitano y en el Parque Chapalita, es donde he podido constatar por medio de medición directa, que es en el período de invierno, cuando se incrementa la infección. Esto quiere decir que, si concretamos proyectos de riego controlado con agua tratada, así como de compota con residuos sólidos urbanos provenientes de las cocinas y hojas, es como podemos reducir el muérdago como ya lo hacemos en Chapalita. La paulatina muerte de los árboles en León tiene un costo económico enorme pues podríamos quedarnos sin árboles por la plaga en 10 años. Es decir, el costo económico anual, sí valoramos la retención de dióxido de carbono con la metodología de bonos de carbono es de alrededor de mil millones de pesos al año. Con una inversión de SAPAL en agua tratada se recuperaría inmediatamente la inversión Hay otra pista de solución: el uso del muérdago es una de las terapias de medicina complementaria y alternativa para las personas con cáncer más estudiadas, y el podarlo nos puede generar una microindustria.

De poco sirve el proyecto municipal de parques y jardines, si no contamos con un proyecto efectivo de corto plazo de control de muérdago que incluya incentivos para ciudadanos que entreguen tonelaje de muérdago podado y que pueda ser canjeable por árboles, así como con un proyecto por el gobierno estatal que premie la innovación de jóvenes estudiantes. Solo así.

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