En un municipio como León hemos asistido a los desatinos de la autoridad que pésimamente aconsejada se esconde en la mal entendida autonomía de SAPAL para eludir su función rectora, ante los criterios y el mandato de importantísima institución de los Derechos Humanos, que ordena respeto efectivo, real y cierto para víctimas de grave daño e irresponsabilidad.

     No es posible aceptar que se vea a esa paramunicipal con una autonomía en donde impere la insolencia, los intereses y el desdén ante la tragedia.

   Las víctimas y sus deudos merecen  respeto y no únicamente justicia. Derechos Humanos ordena, no sugiere ni propone,¡ORDENA!.

          Al respecto la Alcaldesa ya le dio una vuelta al tema o le aplicó correctivo  a su actitud, al recibir a los familiares de las víctimas y decir que se les salvaguarde en la altísima dignidad.

            En el fondo de este tema subsiste lo inaudito o sea que en un organismo como SAPAL, la autoridad delega, sí, porque es quien da los nombramientos al Consejo y tiene allí a un Síndico, para que actúen  ¿solo como convidados de piedra?. ¡Sería lo más absurdo!.Como inaudito es que se cuente en bancos una suma de miles de millones de pesos y a los pobres la llegada del vital líquido que es uno de los elementales y primarios derechos humanos, se les proporcione con gotero y caro.

     ¿Quién va a dar el golpe de timón para terminar con esa absurda prepotencia que impera en Sapal?.

          Pero lo preocupante en nuestro tiempo político no es que en el municipio se proceda con renglones torcidos, también en el nivel de la alta investidura, o sea Federal, se aparece lo absurdo que pone al señor Presidente exaltado y lo hace decir que el pueblo está ya  cansado .

           Se refería a que un gran defraudador, burlador, engañador al gobierno, en el patrimonio de los mexicanos, había acordado, con los funcionarios judiciales, resarcir o sea devolver parte de los robado, para que se le perdonara. Así se acordó, pero luego el actor del hurto se arrepintió y no quiere entregar ni lo que  había propuesto.

        Lopez Obrador, Presidente, exclamó: “¡El pueblo se cansa de tanta pinche transa!”.

          Ese lenguaje,que es común en ciertas regiones como en Tabasco o Veracruz, refleja, sin lugar a dudas, que el engañado está incómodo o sea que se ve y siente burlado. Sí, porque aunque haya Fiscalía no es posible suponer que acuerdos como el de Altos Hornos y  el de Lozoyita, rufián declarado, que deja con un palmo de narices a la Autoridad Política y Judicial, no pasen por Palacio Nacional.

        Diría Perogrullo que la ley es la ley; sí, pero cuando se vuelve elástica, su aplicación resulta nula.

         Además asistimos en los más altos niveles políticos, como lo son las dos Cámaras del Congreso, de Senadores y Diputados, sobre todo en la última, a un espectàculo grotesco en el que hay de todo: burla, insultos, gritos, sombrerazos, frases  hirientes, retos y hasta letreros inauditos cargados de bajeza, que ya a nadie alarman.

         ¿Y la verdad y la razón?.Ocultas tras el verbalismo insolente.

          Los que pretendan justificar esta realidad, me van a decir que me alarmo al no recordar que en otra época en esos ámbitos había hasta balazos. 

             Sí, pero cuando el insulto opaca  la razón, cuando la mentira se impone con una mayoría  ciega y no solamente serril sino bravucona y con las entendederas tapiadas , entonces no estamos ubicados en eso que se llama Democracia, sino en el autoritarismo envenenado que pervierte la institucionalidad de la República.

              ¿Quién o quiénes pueden poner alto a la destrucción de las instituciones, que se tolera y fomenta desde la cúpula del poder?.

            Solamente los ciudadanos, lo que quiere decir que la realidad imperante es un reto para el pueblo consciente.

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