La vida presupuestal de los municipios es un reflejo de la enorme diversidad que tiene nuestro querido País. El municipio es la unidad básica de la convivencia social y fundamento de la división política de México, y es allí donde tienen formas todas las políticas públicas del País. Por eso, en días en que se aprueba el presupuesto de egresos de la federación, es que miles de alcaldes de todo el País, acuden al Congreso a buscar apoyos financieros para esta estructura gubernamental tan golpeada en los últimos años por el cambio de prioridades en el presupuesto de egresos de la federación.
Para darnos una idea de la lógica de asignación presupuestal, por cada peso que el gobierno federal recauda de los estados, que son a final de cuentas los que generamos la riqueza, solo el 10% se canaliza a los municipios; otro 10% a los estados y el 80% lo retiene la federación para los proyectos nacionales. Este sexenio sabemos que son el rescate financiero de Pemex, las obras de infraestructura como el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles, las que, junto a los programas sociales, consumen el presupuesto nacional.
Al recortarse también los fondos de seguridad, infraestructura y desarrollo social, los municipios tienen ahora muy poco margen de maniobra para poder en la práctica hacer obras de infraestructura, pues las participaciones federales y estatales son mínimas. Por eso, deben buscar mecanismos como los ingresos propios para sobrevivir. Casos como el del estado de Guanajuato, reflejan que al no tener inversión federal en infraestructura y por tanto, carecer de recursos, los municipios se quedan prácticamente sin ellos y acuden a los diputados y senadores de sus partidos políticos de origen, para tratar de obtener recursos extraordinarios, que por lo menos en estos 3 últimos años, no existen.
Las enormes asimetrías que tenemos en los estados son también la tremenda realidad, pues por un lado tenemos a municipios del norte que captan enormes cantidades de recursos propios y la gran cantidad de municipios del sur, que carecen de ellos. Pero al reducirse con el presidente AMLO las transferencias federales a municipios, se comienzan ya a mostrar los rezagos en infraestructura municipal.
León es uno de esos casos en que no hemos visto en 3 años inversión federal en el municipio y solo la inversión estatal tiene aquí presencia. La sobrevivencia presupuestal se logra gracias al ahorro presupuestario y al incremento de los recursos propios, pero todo tiene un límite, pues los contribuyentes no pueden cubrir el rezago de infraestructura. Nuestra ciudad ha administrado esta realidad y en el trienio pasado se lograron importantes inversiones, reflejadas en los niveles de aceptación ciudadana a la administración municipal.
Pero ahora viene lo más complicado para una ciudad que como la nuestra, carece de inversión federal y que debe recurrir a la optimización de inversión y a la creatividad para cubrir adeudos de inversión como el de la Presa el Zapotillo, cancelada por el Presidente de la República y que requerirá de una enorme creatividad de la población leonesa en el mediano plazo.
Vienen tiempos más complicados para los municipios en México. La recesión económica no se ha detenido y no muestra síntomas de recuperación, por lo que las transferencias federales no tienen síntomas de recuperar los niveles que tuvieron en los sexenios anteriores. Solo con fórmulas innovadoras, podrán los municipios del norte y sur de Guanajuato, cubrir las reducciones presupuestales y que se reflejan ya en la carencia de mercados, pavimentación y reparación del equipamiento urbano. Los alcaldes tendrán que ser muy ingeniosos y comunicar que la carencia de recursos por falta de inversión federal, deberán traducirse en creatividad, resistencia y paulatinamente, en otra manera de pensar al municipio libre y soberano.
