Los humanos le hemos provocado una metástasis a la Tierra y en ese cáncer expansivo, nos hemos ido suicidando nosotros mismos.

Antonio Guterres, el Secretario General de la ONU, lo expresa sin maquillaje al advertir al mundo que hemos activado la cuenta regresiva de nuestra propia extinción, que tratamos a nuestra Madre Tierra, “como a un retrete” y, lo digo yo, en esa suciedad nos asfixiamos los seres humanos.

 La Cumbre Climática de Glasgow, Escocia, ha hecho a las naciones aguzar los sentidos sobre un hecho irrefutable como es el calentamiento global, derivado de la contaminación por la actividad e indolencia humanas.

La cuenta regresiva para nuestra extinción no es un cuento, es una realidad que cobra víctimas desde su causa y aún más desde sus consecuencias.

Mucha gente muere en el mundo por la contaminación y mucha gente ha muerto por los fenómenos meteorológicos que provoca el incremento de la temperatura en la Tierra.

Para el Planeta, el incremento de un solo grado (para nuestra medición, celssius) significa una serie de efectos como el derretimiento de glaciares y por ende el aumento de los niveles en los océanos.

Sin embargo, ese aumento de temperatura no es de un grado centígrado, sino de 1,3, y estamos en camino de que sea de 1,5 y hasta dos grados.

Los cambios en el clima que a la Tierra le representan millones y millones de años, a los seres “humanos” nos ha bastado propiciarlos a partir de la Revolución Industrial.

Solo idiotas como Donald Trump son capaces de negar el cambio climático tanto de palabra como de obra, y por eso se desligó de los Acuerdos de París, durante sus cuatro años de gobierno.

Le importó un comino y con el apoyo de voraces empresarios, siguió usando el carbón para la generación de energía eléctrica en su país, y fue mal ejemplo para el mundo.

Hoy Estados Unidos, en la persona de Joe Biden intenta recomponer el desastre solamente en materia de  contaminación.

Volviendo a la actual Cumbre Climática, podemos decir que por fin se está tomando consciencia y acciones que deberán ser irreversibles, si pretendemos paliar el daño.

Ya es de todos sabido que el efecto invernadero es causado por la contaminación que se queda en la atmósfera y evita que el calor sea reflectado hacia el espacio.

Son muchos gases y sustancias las que provocan la contaminación, pero es de primaria saber que en mayor medida lo es el dióxido de carbono, o CO2, que emiten la quema de combustibles fósiles, especialmente el carbón y luego los derivados del petróleo, como las gasolinas y el diesel.

Por enésima ocasión, las naciones se comprometen a disminuir el empleo del carbón de manera gradual. Los países desarrollados en un plazo más corto y los que están en vías de desarrollo, en períodos más largos. Estos van de 2030 al 2050, pero estamos en veremos.

México no ha firmado los acuerdos de la Cumbre, mas ha expresado en una carta al Presidente norteamericano, sus compromisos y que en ello se fundamenta su pretendida Reforma Eléctrica. También veremos. Hasta este punto solo hemos comentado el efecto invernadero y hemos dejado atrás el debilitamiento de la capa de ozono, que la propicia en especial las emisiones de metano, entre otros gases y partículas de materiales contaminantes.

La capa de ozono solo nos protege del 70 al 90% de las radiaciones ultravioleta de la luz solar, es decir, que resguarda la vida en general.

La actividad humana especialmente, es la que provoca emisiones de metano y está en nosotros disminuirlas.

Evitar la contaminación puede ir de lo general a lo particular, es decir, desde el ámbito de los países y luego de los estados o regiones y finalmente a las ciudades para llegar a cada persona, pero a mí me gusta pensar que debe ser a la inversa.

La problemática se debe abordar desde lo local para luego ir a lo nacional y mundial.

Qué hacemos en el Estado por enfrentar la situación con acciones concretas, no podemos pedir soluciones en ámbitos más amplios, cuando no tenemos la determinación desde nuestro Gobierno.

Cuántas décadas llevamos con la contaminación en Salamanca desde la termoeléctrica hasta la refinería, pasando por empresas químicas que se establecieron ahí “para generar desarrollo”, sí pero a cambio de enfermedades y muerte de muchos, que hasta la fecha continúan.

En qué grado Guanajuato pudo evitar la contaminación del Río Lerma y nosotros del Río Turbio. Nuestro corredor industrial es uno de los más contaminados del País.

Otro factor de contaminación por CO2 es la de los vehículos automotores. En el Estado se tiene un registro de un millón 700 mil, según la Secretaría de Finanzas, de los cuales León tiene 650 mil, que agregando los “chocolates” y los de otras entidades, fácilmente suman 700 mil.

De esas cantidades, solo verificamos el 30 por ciento. Muchos de estos con trampa porque se paga para que “pase” y no para que no contamine.

Desde ahí, todo se va a lo local, es decir lo que se hace en el Gobierno Municipal, en temas que son de Ciudad, de sociedad en su conjunto.

El mundo cada vez se convierte en un desierto porque vamos terminando con bosques y selvas. No hemos sabido ni nos interesa reforestar. Mientras que los animales conviven con la naturaleza, los humanos la destruimos.

Cuántas especies hemos extinguido, cuántas seguimos extinguiendo, incluyendo la propia, en forma directa y por los efectos de la naturaleza que solo reacciona a lo que hacemos.

No he escuchado a nuestro Gobernador pronunciarse respecto de la Cumbre Climática y no he oído a nuestra Alcaldesa de León hacerlo. Compromisos no faltarán, acciones y plazos de cumplimiento son lo que se requiere.

Pero falta que todo esto lo asumamos desde lo personal y familiar. Lo  que haremos en familia, lo que haremos como personas para evitar la autodestrucción.

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