¿Qué más decir?

La resuelta postura de la presidenta municipal de León, Alejandra Gutiérrez, y la captura del grupo presuntamente involucrado en los ataques contra instalaciones de la Policía, que conmovieron a León el miércoles, son los únicos resquicios positivos que deja una semana (otra) de espanto para Guanajuato.

Desde luego, a los gestos de la Alcaldesa tienen que seguir resultados concretos en materia de seguridad, pero sus declaraciones y su presencia en el funeral del agente asesinado, Pascual Espinal Hernández (21 años en la fuerza, dos hijos pequeños), marcaron una diferencia radical con la indolencia que caracterizó la respuesta de la anterior administración ante el drama de la inseguridad.

En cuanto a la captura del grupo de presuntos criminales conseguida por la Fiscalía (una vez más, en trabajo conjunto con autoridades federales, por favor que alguien le avise al Presidente de la República), resultó ensombrecida por el hecho de que Rafael Castro Pérez, “El Michigan”, supuesto jefe en León del grupo delictivo de Jalisco, había sido ya detenido hace un año por la Guardia Nacional con drogas y un arsenal. Nos deben la explicación de por qué andaba en la calle, con los trágicos resultados que hoy nos duelen.

Por lo demás, la semana fue un compendio de desgracias que arrancó con el fin de semana más violento que recordemos y siguió con ataques contra fuerzas de seguridad, la necesidad de suprimir a la policía municipal de Juventino Rosas (donde hasta septiembre, los homicidios pasaron de 31 a 63, según el conteo de AM/Al Día) y barbaridades como la ocurrida también el miércoles en Irapuato, donde sicarios mataron a tres personas, detonaron explosivos en dos casas y se llevaron a un jovencito de 14 años, cuyo cadáver apareció al otro día envuelto.

Pese a las reiteradas declaraciones de funcionarios en el sentido de que este año hay menos asesinatos en Guanajuato (lo que es verdad, pero por favor que recuerden que 2020 fue un delirio), se disparan las alertas internacionales: Canadá, Alemania y Japón se sumaron esta semana a Estados Unidos en la lista de los países que advierten a sus ciudadanos del riesgo que corren en nuestra tierra. Lamentable.

El homenaje al agente Pascual Espinal, asesinado el miércoles en León. Foto: AM

Covid prolongado

Todos tenemos algún amigo o compañero de trabajo que nos ha platicado que desde que contrajo el COVID-19 no ha podido superar determinados síntomas que le dejó la enfermedad. Hay quienes no han recuperado el gusto o el olfato, pero también quienes sufren trastornos más agobiantes, como los vértigos y las súbitas bajas de presión que una colega periodista me platica que ha tenido que enfrentar desde que se contagió.

No es necesario que los pacientes hayan estado al borde de la muerte, intubados o siquiera hospitalizados para que las secuelas se extiendan durante largos periodos y comprometan el bienestar y la vida cotidiana de aquellos que las padecen.

Nuestro diputado Éctor Jaime Ramírez Barba trató a finales de agosto el tema en su colaboración sabatina para AM. Explicó entonces que mientras se establecía una definición universal para el mal, el sistema de salud inglés dividía los padecimientos posteriores en dos grupos: 1) Síndrome COVID-19 sintomático continuo (de 4 a 12 semanas) y 2) Síndrome post-COVID-19 (e12 semanas).

Desde entonces, la situación ha evolucionado. El 6 de octubre la Organización Mundial de la Salud difundió un amplio documento para precisar en la medida de lo posible la definición de la dolencia, pero los que saben sobre el tema coinciden en que falta mucho por investigar todavía.

“Esta semana un leonés nos expresó su preocupación porque llevaba ya varios meses con anosmia -falta del olfato- como el principal síntoma después de haber padecido el COVID-19&” comentaba en el arranque de su artículo el doctor Ramírez Barba, lo que sin remedio nos lleva a la pregunta que más nos interesa: ¿qué pasa en Guanajuato y en México con este problema, cómo lo atendemos, cómo lo haremos en el futuro?

El panorama nacional, como ha ocurrido a lo largo de la pandemia, es decepcionante. Mientras que en algunos países europeos el creciente impacto de estas dolencias preocupa cada vez más y ya se considera una “pandemia secreta”, en nuestro país no hay ni de lejos una evaluación de los alcances del problema ni una ruta para encararlos: los costos y las nuevas presiones que traerá para nuestro sistema de salud parecen ser factores que impiden abordar de frente el desafío.

El caso de España, retratado en las páginas del diario El País, permite asomarse al asunto. Un país avanzado en la vacunación, en el control de la pandemia, con un progreso envidiable en la recuperación de la vida cotidiana, se topa con que una vez liberadas las unidades de cuidados intensivos, está desbordados en las de atención primaria por la cantidad de casos del mal (persistente, le llaman allá) y lo diferentes que son.

Personal médico trata a un paciente con COVID-19 en la unidad de cuidados intensivos en el hospital municipal de Rivne, Ucrania, el pasado viernes 22 de octubre. Foto: AP/Evgueniy Maloletka

¿Nueva era militar?

Había un chiste en la época de la Guerra Fría que contaba que un diplomático recién llegado a Moscú había sido invitado a un desfile militar, donde pudo observar a las imponentes tropas soviéticas avanzar a paso de ganso, los batallones de unidades motorizadas blindadas, los misiles de mediano alcance que apuntaban a Europa, los gigantescos misiles balísticos intercontinentales capaces de hacer blanco en las ciudades más pobladas de Estados Unidos.

Cerraba el desfile un transporte abierto en el que viajaban con aire serio un puñado de hombres vestidos con sobrios trajes. Sorprendido, preguntó a su acompañante quiénes eran: “Ah, sepa usted”, le respondió su anfitrión. “El poder destructivo que ha visto desfilar palidece ante el de estos hombres: son los ministros del Gobierno”.

Recordé la broma esta semana, cuando los analistas de temas internacionales pronostican un resurgimiento de las tensiones internacionales militares luego de que China parece haber dominado la tecnología de un nuevo tipo de misil, “hipersónico”, que algunos consideran capaz de alterar el equilibrio entre las potencias nucleares y que según los testimonios, ha sorprendido y preocupado a los norteamericanos.

De acuerdo con las revelaciones del Financial Times, que puso el asunto al descubierto, estos misiles son capaces de seguir en órbita una trayectoria baja, pero sobre todo, son maniobrables, lo que hace que sea mucho más complicado seguir su ruta y neutralizarlos. Lo que nos faltaba.

Los misiles DF-17, presentados durante un desfile en Pekín. Foto: Tomado de la televisión

¿Qué ver, qué leer?

Las listas de las “diez más” (o las 20 o las 100) siempre han sido un ejercicio arriesgado, pero ahora más socorrido que nunca por la urgencia que parecemos tener los seres humanos de confrontar nuestras opiniones y por el buen rendimiento que trabajos como estos tienen en el universo digital, donde cosechan muchos clicks.

Por supuesto, hay de listas a listas Y no podía ser sino la BBC la que nos trajera un ejercicio singular, en el cual 206 expertos de 43 países votaron para enlistar a las 100 mejores series de televisión del siglo XXI.

“The wire” (2002-2008), el fascinante trabajo de David Simon sobre el hampa, los trabajadores, las escuelas, el Cabildo y la prensa de Baltimore resultó elegida como la mejor de todas, en un resultado que seguramente provocará polémicas hasta entre quienes participaron en la consulta.

Como sea, entre las 10 consideradas como las mejores aparecen también (por orden) “Mad men”, “Breaking Bad”, “Fleabag”, “Game of Thrones”, “I May Destroy You”, “The Leftovers”, “The Americans”, “The Office” (versión Reino Unido) y “Succession”, cuya tercera temporada se presentó el domingo pasado.

Aunque la BBC fue cuidadosa a la hora de equilibrar al elenco que consultó, un análisis de la propia cadena revela los sesgos que arroja la selección, como el hecho de que apenas 11 de las series hayan sido creadas por mujeres y otras 10 entre mujeres y hombres, seguramente un reflejo de las oportunidades laborales que hay en el sector, a pesar de su increíble pujanza .

En lo personal, me sorprende la ausencia de “Los Soprano”, por todo lo que significó para impulsar el género de las series y porque con frecuencia aparecía entre las mejores series (o como la mejor) en análisis similares, aunque quizá no tan rigurosos como este. 

Qué más da, igual la disfrutamos sus fans: en los últimos meses tuve oportunidad de volver a ver una temporada de los mafiosos italianos y otra de los afroamericanos y me dejó la impresión que los Sopranos envejecen mejor que los narcos de Baltimore, en cuya designación como la mejor coincido sin embargo plenamente. Cuestión de gustos.

The Wire: los “malos”, vendiendo droga en la calle.

Y los “buenos”, persiguiéndolos. Fotos: The Wire/HBO

 MCMH

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