La Suprema Corte

Protagonista indiscutible de una semana llena de acontecimientos importantes fue la Suprema Corte de Justicia, que con sus fallos contra la criminalización del aborto y la protección de la vida desde la concepción, sacudió al País entero y provocó el debate que era de esperarse.

Como bien lo señalaron en sus colaboraciones Catón y nuestro director, Enrique Gómez Orozco, se trata de un tema en que el acuerdo absoluto es imposible pero la necesidad de no añadir la persecución y la prisión al drama de las mujeres que interrumpen un embarazo, parece permitir un espacio de entendimiento, salvo para los intransigentes.

Desde la perspectiva de su fe católica, Catón considera que el aborto es un pecado pero no puede ser un delito. En sus líneas hay ecos de la postura de Valery Giscard D” Estaing, aquel político creyente y conservador, que cuando el Papa Juan Pablo II le reprochó haber promovido la ley sobre el aborto durante su Gobierno, le respondió: “Como católico, estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización”.

En su Perspectiva, nuestro Director rescata otra faceta importante del debate, al recordar como aquel inolvidable best seller “Freakonomics”, publicado en 2005, atribuía la sorprendente disminución de la delincuencia que registró Estados Unidos en la segunda mitad de la década de los 80s, a la aprobación del aborto en Estados Unidos a partir del célebre fallo del caso Roe versus Wade, en 1973 (y que ahora por cierto, los conservadores norteamericanos buscan echar para atrás, cuando tienen una franca mayoría en el Supremo Tribunal).

En Guanajuato, ninguna sorpresa. La mayoría panista que controla el Gobierno del Estado mantendrá su defensa de la vida… mientras ocurren miles de asesinatos a su alrededor. El dirigente panista Román Cifuentes ya anunció que descartan emprender cualquier iniciativa para armonizar las leyes en la materia, postura que también han expresado los futuros legisladores que han abordado el asunto, entre los cuales no ha estado por cierto el próximo líder de la mayoría blanquiazul, Luis Ernesto Ayala, que ha declinado las peticiones de AM para pronunciarse.

Es sin duda un tema delicado, de conciencia, de gran impacto social. Creo que no hay postura que no sea respetable, salvo las que omiten tomar en consideración el dolor de los demás.

Protesta de jóvenes defensores de la vida, en el Congreso del Estado. Foto: Archivo

La tragedia en el IMSS

La dramática muerte de 14 personas (o 15, ya no quedó claro) en el Hospital de Zona No. 5 del IMSS en Tula, Hidalgo, es una tragedia más de la que parece no haber responsables

Luego de que los pacientes fallecieron asfixiados por falta de oxígeno, al quedarse sin luz el hospital, los señalamientos han ido de un lado para otro en todos los niveles del Gobierno: que si el Seguro Social, el municipio, Protección Civil o la Comisión Nacional del Agua.

Lo que no hemos visto hasta el momento, como bien lo señaló Salvador Camarena en El Financiero, es el anuncio de una comisión independiente que analice la causa por la que se perdieron esas vidas.

Los testimonios recogidos durante estos días por nuestros compañeros de AM dan una idea precisa de la magnitud de la tragedia: familias desesperadas por tener familiares que luchaban por vencer al virus, se toparon con la inundación, la falta de previsión de los responsables del hospital y con la muerte de sus seres queridos en circunstancias espantosas: “mi esposo tenía muchas ganas de vivir”, clamaba una viuda aferrada al féretro de su marido.

El hospital de Tula, tras la tragedia.

Recuerdos de aquel día

Veinte años ya, así pasa la vida. El día del ataque contra las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, AM publicó una edición extra con aquella noticia, un esfuerzo editorial lleno de pasión y adrenalina que hoy, que tenemos las novedades al instante en la palma de la mano, se ve como un hermoso testimonio de una época que ya se fue.

Entre las muchas consideraciones que ha traído este aniversario, me llamó la atención una del columnista Raymundo Rivapalacio, que en su colaboración  del viernes recordó que José Rodríguez, quien era el jefe de la CIA en México, fue llamado tras los ataques para encabezar el grupo que se lanzó a cazar a Bin Laden.

Rodríguez no empezó de cero, heredó los frutos del apasionado trabajo de un grupo de analistas, sobre todo mujeres, que seguían la pista a los terroristas desde las masacres en las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania, mucho antes de que se tuviera una idea clara de lo que significaban Al Qaeda y su líder.

Como sabemos, esta tarea terminó el 2 de mayo de 2011, cuando Bin Laden fue ejecutado por soldados de élite norteamericanos en su refugio de Pakistán. Lo curioso del caso es que existe un testimonio detallado de todo esto, en un insólito documental titulado “Manhunt”, de Greg Barker, en el que se ve como nunca antes a agentes de la CIA hablar de sus esfuerzos por neutralizar al terrorista.

Veo que a pesar de sus méritos periodísticos -¡esas tomas “detrás de cámaras” de las entrevistas con Bin Laden!- el documental fue señalado como un ejercicio de propaganda de la CIA, muy criticada por haber dejado pasar las abundantes advertencias del ataque, algunas de ellas generadas por la propia agencia. Como sea, merece verse.

Los ex agentes de la CIA Marty Martin, Nada Bakos y Cynthia Storer, con el director del documental Greg Barker (de camisa). Bakos, quien fue la principal responsable de seguir la pista de Bin Laden tras los ataques, inspiró el personaje de “Maya”, que encarnó Jessica Chastain en la película “Zero Dark Thirty”, de la cineasta Kathryn Ann Bigelow.

¿Qué ver, qué leer?

Como ya nos ocurrió en 2014 con Philip Seymour Hoffman, las drogas se han llevado sin remedio a otro gran actor: Michael K. Williams, al que más allá de sus múltiples trabajos, recordaremos siempre por su intervención como “Omar Little” en “The Wire”.

Este delincuente, tan amoroso como despiadado, se nos quedó grabado a todos los muchos fans de la serie, que se transmitió de 2002 a 2008 y es considerada con justicia como una de las mejores jamás producidas.

Surgida como una historia de policías que intervienen teléfonos de narcos (de ahí el título), la serie se desdobló de forma sorprendente. La segunda temporada navegó por los muelles de la ciudad y nos trajo las historias de los estibadores y sus sindicatos, sin olvidar la sustancia policiaca.

La tercera entró a clases para mostrar el desbarajuste del sistema educativo, mientras que la cuarta se sumergió en las grillas políticas del Ayuntamiento.

En este punto, era inevitable que su creador, el antiguo reportero policiaco David Simon, cerrara el ciclo con una temporada dedicada a las glorias y miserias de la prensa. Podría escribirles hojas y más hojas sobre esa maravilla. 

El ocio me llevó a repasar hace algunos meses la primera temporada. Me atrevo a decirles que la serie ha envejecido bien, pero mi opinión no es digna de crédito por lo mucho que me entusiasma el programa. Mejor júzguelo usted, está en HBO; es una de sus joyas.

“Omar Little”, en uno de sus recorridos por las calles de Baltimore. Foto: HBO

MCMH 

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