Aunque la izquierda tropical identifica a la ultraderecha como fascismo, la verdad es que la idea original de Benito Mussolini fue una dictadura iluminada en el pasado. 

Escuchamos esa misma idea repetida una y otra vez. Hitler creía que Alemania convertiría a Europa en una “Germania” gobernada por la raza aria. 

 

Cuando fue a Italia para refrendar el pacto del “Eje” con Italia, alucinaba convertir al Tercer Reich en un imperio como el de Roma que duraría mil años. Quería recrear el pasado. Al este de Europa, la Unión Soviética pretendía crear un mundo nuevo con el modelo marxista leninista. Carlos Marx se equivocó diseñando un futuro único para la humanidad. El “proletariado” y su dictadura eran la única opción después del quiebre del capitalismo. Fue un fracaso. 

 

Augusto Pinochet, después del golpe de estado en Chile, tenía el rostro, el uniforme y el gesto que retratan al perfecto al fascista. En cambio Fidel Castro con su barba y su retórica interminable, parecía encabezar la liberación de Latinoamérica del “yugo del imperialismo yanqui”. Después de 60 años resultó peor que Pinochet. El chileno tuvo el valor de enfrentarse a un referéndum que perdió. Refugiado en las barracas militares creó una trinchera de la que finalmente tuvo que huir. Sin embargo, su herencia fue la economía más pujante e instituciones que devinieron en una democracia plena. 

 

Fidel jamás soltó el poder ni se sometió a una “revocación de mandato”. Asesinó a sus opositores y encarceló a los disidentes. Se dice que Pinochet mató a 22 mil adversarios. De Fidel no tenemos la cuenta pero seguro que fueron muchos más. Los tiranos son abominables, aunque se diga que todos son iguales, hay unos más letales que otros. 

 

La idea de una “Cuarta Transformación” en México abreva de ideas del pasado. Unas tan rancias que quieren recrear la supuesta pureza y virginidad autóctona del Imperio azteca. Otras, más recientes, quisieran regresar al estatismo fallido de los setentas. Diríamos que es un fascismo blando. Finalmente una imposición ideológica que no trascenderá el sexenio, al tiempo lo veremos. 

 

México no es binario, maniqueo o moneda de dos caras. El país es un poliedro de múltiples rostros donde requerimos, antes que nada, una voluntad férrea para cumplir con el marco legal. Sin respeto a la ley y a las instituciones ninguna transformación será posible. Seguiremos en la mediocridad. Creceremos poco y desigual; tentaremos al demonio con rupturas sociales, y lo peor, con un estado fallido. 

 

Alemania, después de Hitler y los crímenes de su pueblo en contra de la civilización occidental y del pueblo judío, recuperó su humanidad. Angela Merkel, líder extraordinaria que termina su mandato, dejó la muestra de lo que significa el anti fascismo. Brillante científica nacida en la Alemania del Este, fue la mejor intérprete de su tiempo y del futuro. Al aceptar a un millón de refugiados, convirtió la prosperidad de su pueblo en un compromiso humanitario pocas veces observado en los países desarrollados.

 

Muchos dijeron que trataba de reparar los horrores del nazismo; otros quisieron revertir sus decisiones con la mirada en el pasado racista y fascista. El tiempo le dio la razón. 

 

En México necesitamos ese humanismo y esa visión para resolver la crisis migratoria. Marcelo Ebrard podría convertirse en el estadista del futuro si plantea una solución real a la miseria de los miles de hermanos centroamericanos, cubanos y haitianos que sufren el fascismo de la “migra” mexicana. 

 

Hay que pensar si el fascismo puede llegar de la oposición. Creo que siempre proviene del poder establecido. 

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