Nuestro desempeño olímpico fue paupérrimo de acuerdo con cualquier métrica: tamaño de delegación, población, PIB, etc. No culpo a nuestros atletas. Quiero ser claro. He visto muy de cerca la formación de atletas e incluso de campeones olímpicos. Llegar a esas alturas es la conjunción de talento, dedicación y apoyo. Los nuestros cuentan con las dos primeras condiciones, pero no la tercera, salvo raras excepciones. En su mayoría son atletas que dieron las marcas internacionales para acceder a una olimpiada. Ese logro los debe llenar de orgullo. Nos representaron muy dignamente, a pesar de las carencias con las que han lidiado y que compensaron con determinación y ganas.

En México, excepto por el fútbol, es difícil hacer un deporte en serio. Pongamos la natación como ejemplo. Hay 13,800 afiliados a la Federación Mexicana de Natación. USA Swimming, el equivalente estadounidense, tiene 400 mil. A nivel de preparatorias, 347 mil jóvenes nadan en el equipo de su escuela. Para empezar, eso implica que éstas tienen alberca o acceso a una. 26 mil más nadan para 575 universidades que tienen equipo, de éstas 196 están en la “División I”. En promedio cada equipo tiene 30 hombres (1 de 3 recibe beca) y otras tantas mujeres (casi la mitad reciben beca). En promedio, cada beca ofrece 19 mil dólares anuales. Cada equipo tiene media docena de entrenadores y preparadores físicos que viven bien de serlo.

El ecosistema deportivo universitario de EU no tiene paralelo en el mundo. Para muchos jóvenes, el deporte es la llave para una carrera becados. Muchos de los jóvenes que nadan en los equipos olímpicos de otros países, México incluido, entrenan ahí. 15 de los 16 nadadores de la Universidad del Sur de California en Tokio son extranjeros. Lo mismo pasa en el golf, basquetbol, softbol, etc. En remo, por ejemplo, en el evento de ocho con timonel, cuatro de los jóvenes del equipo de Yale subieron al podio, dos con Gran Bretaña (medalla de bronce) y dos con Nueva Zelanda (medalla de oro). Esa universidad presume tener el equipo más rápido del mundo. USC mandó a 63 estudiantes a Tokio. En la historia, sus atletas acumulan 309 medallas para diferentes países (4 veces el total de México), 144 de oro (11 veces las nuestras).

Cada país sólo puede llevar a dos nadadores para cada evento olímpico. EU llevó 53 a Tokio. Éstos son universitarios que llevan toda la vida entrenándose bien, compitiendo contra los mejores del mundo y recibiendo apoyo indiscutible. Para ir, tuvieron que ganar los Olympic Trials en Nebraska en junio, donde compitieron miles. Sólo para el evento de 50 metros libres, más de 360 dieron la marca para competir por cuatro lugares (dos hombres y dos mujeres). En total, ese equipo trajo 30 medallas, 11 de oro.

En México hay pocas instalaciones deportivas. Aun en nuestras principales ciudades son contadas las albercas con dimensiones olímpicas. Lo mismo pasa en otros deportes. Pocas escuelas o universidades tienen instalaciones razonables. Hay pocos entrenadores profesionales. Las federaciones no funcionan y, en muchas ocasiones, los recursos asignados para apoyar atletas se “pierden” en el camino. Muchos mexicanos no practican deporte por no tener dónde. A veces los competidores tienen que poner sus propios recursos, pero no todos los tienen. Hay casos extremos como el básquetbol donde, a pesar de que hay buen nivel de jugadores -particularmente en el norte- por décadas carecimos de representación internacional debido a las grillas en una federación corrupta e impresentable. Perdimos una generación entera de buenos jugadores.

Nuestro objetivo debería ser que muchos más jóvenes practiquen deporte organizado a todos los niveles. Hacerlo beneficia su salud y forma su carácter. Si detectáramos mejor y apoyáramos más a los de alto rendimiento, tendríamos una representación olímpica más competitiva.

A nuestros atletas les pasa lo que a nuestros emprendedores, científicos o estudiantes talentosos: logran destacar no gracias al apoyo que reciben, sino a pesar de su carencia y de las trabas absurdas que encuentran. Por ello, tienen doble mérito.

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