¿Imagina usted que en pocos años podrá abordar una aeronave tipo dron con muchos motores eléctricos para trasladarse a distancias cortas y medianas? Serían unos 12 compañeros de viaje. El VTOL (Vertical Take Off and Landing) pudiera no tener piloto siquiera, como los trenes que se mueven de un lado a otro en los aeropuertos.
Podría viajar de Guanajuato a la CDMX en una hora y aterrizar en Santa Fe o en el Estadio Azul; podría llegar a Chapultepec o a cualquier otra explanada abierta. Ir a Guadalajara no tomaría más de una hora y a Puerto Vallarta dos. Lo sorprendente es que esas aeronaves las están diseñando y construyendo en varias partes del mundo. Antes de que termine la década estarán funcionando en forma comercial.
Con un poco de visión, en Guanajuato podríamos atraer esta tecnología en espacios que ya tenemos listos para ofrecer. Querétaro cuenta con una industria aeroespacial que nunca imaginaron. Hace pocos años su aeropuerto era mínimo y su tráfico raquítico. Hoy rebasa con creces al Aeropuerto Internacional de Guanajuato con sus fábricas de la empresa canadiense Bombardier.
Después del desarrollo de la vacuna contra el COVID en menos de un año, la ciencia y la tecnología avanzan en forma logarítmica. Tres motores de autos Tesla pueden desarrollar la potencia de mil caballos de fuerza, suficientes para elevar a aeronaves VTOL. Tenemos que imaginar lo que pasaría si en Guanajuato traemos ese tipo de inversión. Tenemos todo para hacerlo. Nuestros ingenieros son tan capaces como los de cualquier país y pueden capacitarse para trabajar en proyectos de punta. El lugar está esperando.
Doce años pasaron desde que el Gobierno de Guanajuato comprara 900 hectáreas para lo que iba a ser una refinería junto a Salamanca. Felipe Calderón, sin saber lo que hacía, tuvo la ocurrencia de poner a Hidalgo y a nuestro estado en competencia. Quien ofreciera mejores condiciones se sacaría la rifa.
Cuando todos creíamos que Guanajuato ganaría por ser un estado panista al igual que el presidente Calderón, el premio lo dieron a Hidalgo, no porque hubiera sido la mejor ubicación sino porque en la Cámara de Diputados el PAN obtenía ventajas del PRI a cambio del proyecto.
Ni Chana ni Juana. Calderón debió comprender que era carísimo y poco rentable construir una nueva refinería (lo que hoy se niega). Pemex contaba con seis y las seis perdían. Canceló el proyecto. En Hidalgo tuvieron el buen tino de sacarles la firma a los dueños de los terrenos; el compromiso sería pagarles si ganaban. En Guanajuato Juan Manuel Oliva dispuso del erario y pagó en forma irregular, con la creación de una empresa fantasma llamada “Pastas Finas” unos 150 millones de dólares por 900 hectáreas.
Como el Gobierno de Oliva y de Miguel Márquez no tuvieron la menor idea de qué hacer con el terreno ubicado cerca de Villagrán, lo destinaron a siembras y a una presunta escuela agrícola llamada Xonotli. El único fruto que conocemos hasta hoy es la corrupción. Se dilapidaron decenas de millones en lugar de producir grandes cosechas y al final corrieron a funcionarios que habían lucrado con el invento.
Guanajuato tiene ahí unos 3 mil millones de pesos en terrenos con abundante agua, comunicaciones, electricidad y una excelente ubicación. En el corazón del estado, el llamado parque Xonotli, puede convertirse en una joya industrial, ecológica y de vivienda inteligente. ¿Por qué no proyectamos el primer aeródromo para construir y desarrollar aeronaves VTOL? Créame, no es una locura.
Fe de erratas. La gráfica del aeropuerto publicada ayer era la del reciente inaugurado en la provincia de Sichuan en China.
