La compañía petrolera holandesa Shell anunció ayer que había vendido la mitad de la refinería de Deer Park a Pemex. El presidente López Obrador aseguró que la refinería tiene una capacidad de procesar 340 mil barriles diarios de petróleo y que al final del sexenio Pemex tendría 8 refinerías: seis reacondicionadas y dos adicionales, la de Houston (Deer Park) y la de Dos Bocas.

La sorpresa es que Pemex compra en 596 millones de dólares la mitad de la refinería. Pagó 3.5 millones de dólares por cada mil barriles diarios de producción. Puede ser un buen negocio para la paraestatal porque Deer Park es la única planta que le deja dinero. Pero esa compra deja al descubierto la barbaridad y el dispendio  que es construir Dos Bocas. 

En la construcción de la refinería en el municipio de ParaísoTabasco,  se invertirán al menos 10 mil millones de dólares y según documentos de la Secretaría de Energía, tendrá la misma capacidad que la de Houston: 340 mil barriles diarios de petróleo. Cualquier persona con mediana inteligencia puede hacer las cuentas. La planta de Houston vale 1,912 millones de dólares. Nos costará la quinta parte de Dos Bocas y produce lo mismo. 

Lo más sensato sería parar de inmediato la construcción en Tabasco y dedicar el dinero a comprar tres o cuatro refinerías en Estados Unidos que ya estén funcionando. Pero, surge la pregunta, ¿por qué Shell querría vender a tan bajo precio la mitad de una refinería productiva? Dos razones: la vendió a buen precio y el cliente natural era su socio Pemex. La segunda razón es que todas las petroleras quieren invertir en nuevas energías o en tecnología para procesar y almacenar el carbón que despachamos a la atmósfera.  Lo hacen porque piensan en el futuro. 

La refinación se convirtió en un negocio muy competido con pocos márgenes dada la inversión. El mejor negocio, hasta hoy, es perforar y sacar petróleo de la tierra, pero buena parte de las ganancias tienen que invertirse en el futuro. British Petroleum, Shell, Total, Exxon, Chevron y la enorme Aramco de Arabia Saudita, invierten en energías renovables porque, si no lo hacen, terminarán como Pemex. 

Si en la nueva legislatura la oposición se hace de la mayoría simple, no habrá como pueda justificar el Congreso más inversión en Dos Bocas. A todas luces uno de los caprichos presidenciales sin sustento económico. Esa debe ser una preocupación seria en Palacio, donde tal vez nunca hayan hecho cuentas del significado de comprar Deer Park. 

Si comparamos los costos de operación de Deer Park con los de las seis refinerías de Pemex, encontramos otro problema: la productividad de nuestras refinerías es muy baja y costará miles de millones de dólares ponerlas a punto para producir más combustibles con el petróleo pesado que tenemos. Pero no todo acaba ahí. ¿Cómo se podrá reconfigurar la cultura del sindicato de Pemex?  El Gobierno tendría que comenzar casi de cero, de un presupuesto que no incluyera a buena parte del personal, de un sindicato que aceptara trabajar en base a productividad y de una limpieza absoluta en las prácticas corruptas de funcionarios de todos los niveles. Pemex no tiene salida porque es la petrolera más endeudada del mundo, porque es la menos productiva y la que más dinero pierde. Dos Bocas queda al descubierto. 

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