¿Usted sabe a dónde se dirige el país?
-Yo tampoco.
Vamos sin rumbo, a la deriva. O tal vez peor, vamos hacia el pasado, como un barco que hace agua y toda la tripulación, desorientada y desunida, trata de evitar su hundimiento.
Tan solo leer las cifras económicas de Pemex dan pavor. En dos años se perdieron más de un billón de pesos. Más de 12 años del presupuesto de Guanajuato.
¿Qué haría cualquier empresa con ese tamaño de agujero? Lo primero sería cerrar las unidades de negocio que pierden y dedicar todo el esfuerzo a lo que puede agregar valor.
Para eso tendría que evitar la rapiña interna, reducir la plantilla laboral, renovar las refinerías e invertir en mayor producción de crudo. Pero Pemex no tiene dinero. Cada día debe más y está a punto de perder el buen crédito del pasado. Como si fuera poco, ya no acepta socios, más que al empobrecido “pueblo bueno” de México que deberá pagar las deudas y los platos rotos.
Sabíamos que había una meta para extraer hasta 2 millones de barriles diarios, que López Obrador sueña con la autosuficiencia en hidrocarburos y energía eléctrica pero la producción decrece en lugar de aumentar (estamos en 1.6 millones de barriles).
Son metas inalcanzables sin la productividad y eficiencia que tienen las empresas privadas. Son sueños guajiros sin la inversión que planteaba la reforma energética anterior. Sin un crecimiento rápido y generalizado, la economía nacional no dará abasto a las necesidades en tantos frentes: Pemex, CFE, pensiones, programas sociales crecientes, servicio de la deuda y una pirámide poblacional donde los jóvenes necesitan empleos que no hay.
Cada día nos alejamos más de la modernización. Apenas ayer la prensa norteamericana descubrió que Elon Musk construye una super batería en el sur de Texas, capaz de alimentar el consumo de 20 mil casas en pleno verano. Hace 10 años nadie imaginaba que la energía solar costaría la mitad que la generada por los combustibles fósiles. En la presente década más baterías podrían almacenar suficiente carga para abastecer ciudades completas cuando falte viento, o por la noche, cuando las celdas solares no producen. Es cuestión de tiempo.
Si Elon Musk cambió en pocos años el destino del automóvil con Tesla, la exploración espacial con SpaceX y el internet orbital con Starlink, seguro que hará lo mismo con la industria eléctrica global. Porque en 15 años nadie producirá coches de gasolina o diesel, porque todo el futuro es eléctrico. Incluso en menos de 5 años habrá aviones eléctricos de corto alcance para viajes suburbanos. Entonces, ¿qué hacemos soñando con refinerías y participación estatal en el peor momento económico de nuestra historia reciente?
La meta para la humanidad es clara: cero emisiones invernadero en 2050. Si queremos a nuestros hijos y nietos, si deseamos la preservación de nuestra especie, debemos cambiar.
A ellos les tocará una época luminosa, llena de descubrimientos científicos y de avance tecnológico que mejorarán la calidad de vida.
En un año se desarrolló la vacuna para rescatarnos del COVID. Un logro tan grande que evitará la muerte de decenas de millones y aportará conocimientos para combatir otras enfermedades. Nuestro país debe tener un plan para el 2050. Es nada de tiempo. Quienes vivimos en 1991 lo sabemos.
¿Cómo nos gustaría ver a México?, ¿alguien tiene una respuesta?
