Decíamos que la forma de la esperanza se refleja en el paisaje de las construcciones de las ciudades, en la obra pública y privada. Pero también en el costo del dinero, en el precio que tiene hacer la compra de una casa o un artículo de consumo duradero como un auto o un refrigerador. También en la esperanza de vida de sus habitantes.
¿Por qué en México las tasas de interés que pagan los consumidores llegan a ser de hasta el 72% en tarjetas de crédito y del 10 al 12 en una hipoteca si tomamos en cuenta el CAT? ¿Por qué en Estados Unidos esas tasas son del 2 o el 3%? ¿Por qué los ahorradores están dispuestos a comprar bonos en China cuando les quita un pequeño porcentaje en lugar de darles un rendimiento?
Todo está en la esperanza del futuro y en la capacidad de los países para crear riqueza en el porvenir. En Estados Unidos, gracias a la intervención de su gobierno, en el 2020 habrían decrecido un 3.5%. En México la caída será brutal. Casi tres veces la del vecino o un 9.5%. En China ya crecen de nuevo al 6% y el ahorro de todo el mundo corre hacia esas tierras de oportunidad.
La mala administración del país nos tiene postrados ante la pandemia y eso costará más que dinero. Literalmente nos costará años de vida. El investigador y profesor del Colegio de México, Manuel García Guerrero, pronostica, en una entrevista con Reforma, que el COVID quitará 5 años a la esperanza de vida. Habíamos logrado que las mujeres tuvieran hasta 78 años de vida en el año 2019, ahora sería de 73. Y si los hombres teníamos 75 años de esperanza promedio, apenas llegaremos a los 70. Todo por tanta muerte.
Lo que habíamos logrado avanzar en 30 años, desaparece por la pésima administración pública en todos los ámbitos y especialmente en la guerra contra el COVID-19. Según informes dados a conocer por Bloomberg, estamos en el penúltimo lugar mundial en el tratamiento de la plaga. Somos el tercero en fallecimientos ya con 155 mil (oficiales).
Amigos y familiares preguntan qué pasará en las próximas elecciones, cuando definamos si Morena debe tener la mayoría en el Congreso para seguir gobernando como lo hace hasta ahora. Cualquier respuesta racional es que debería de perder. Nadie en su sano juicio puede validar los resultados. Hoy estamos mucho peor que el 30 de diciembre de 2018. Un 10 por ciento menos de ingreso por habitante; menos esperanza de vida, menos ilusión de salir pronto adelante.
Ni siquiera una respuesta rápida en la vacunación puede refrendar una mayoría de Morena. El daño es de tal magnitud que llevará al menos 3 años en regresar a la producción del 2018 y unos 5 en recuperar el ingreso por habitante. Además la desigualdad crece y la concentración del ingreso es mayor que en la llamada era “neoliberal”. ¿Tendrán los electores una banda puesta en los ojos para no ver que todas las promesas del inicio de sexenio no se cumplieron?
Por más que López Obrador sea un hombre carismático y querido por la mayoría, no puede ocultarse el fracaso de sus políticas públicas. Cuando el problema llega al ingreso de las familias, al desempleo y ahora al recorte de la esperanza de vida por tanta mortalidad, la respuesta no puede ser un refrendo. Como diría un amigo periodista de vieja escuela: no podemos ser un pueblo irredento.
