¿En qué momento se jodió Acapulco? Resulta que ese momento está perfectamente fechado: a las 14:30 horas del 27 de enero de 2006.

No ha pasado tanto tiempo, apenas 15 años. Ese día hubo en La Garita un tiroteo que según algunas versiones duró 40 minutos. Se detonaron granadas y la calle se inflamó con las ráfagas de los fusiles R-15 y AK-47.

La versión oficial indicaba que elementos de la Secretaría de Protección y Vialidad del puerto se habían lanzado en persecución de presuntos narcotraficantes que huían en dos camionetas; que en un momento determinado los narcotraficantes abrieron fuego en su contra, y que los uniformados “habían repelido la agresión”.

El resultado fueron cinco muertos. Cuatro portaban credenciales y chalecos antibalas con las siglas de la Agencia Federal de Investigación, AFI. La PGR replicó que las credenciales eran falsas y que los muertos, en realidad, eran miembros de Los Pelones, un grupo de pistoleros al servicio del Cártel de Sinaloa, y de su gran jefe regional: Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”.

Videos revelaron que se trató en realidad de una ejecución. Que los uniformados habían rematado en el piso a los supuestos AFI”s, y que habían movido la escena para que cuadrara con su versión del enfrentamiento.

Tres meses más tarde, el 20 de abril de ese año, las cabezas del comandante Mario Núñez Magaña, y de un hombre identificado como Erik Juárez Martínez, fueron clavadas en las rejas de una dependencia del gobierno estatal. Núñez Magaña era el coordinador del Grupo de Reacción Inmediata Relámpago y había estado en la balacera de La Garita: más todavía, según los videos tomados aquel día por transeúntes, había rematado en el piso a uno de Los Pelones.

Según reportó el Cisen, aquellas fueron las primeras dos decapitaciones de que hubo noticia en Acapulco. A partir de entonces el puerto se convirtió en escenario mayor de la violencia. Cadáveres con tiro de gracia, encobijados y calcinados; balaceras y tiroteos a plena luz del día pasaron a formar parte de la vida del puerto.

La violencia llegó a tal punto que en poco tiempo el puerto se convirtió en la tercera ciudad más violenta del mundo y la prensa internacional lo consideró “la capital del asesinato”.

En el periodo en el que la violencia se desbordó y el narco lo infiltró todo, gobernaba el puerto el entonces perredista Félix Salgado Macedonio, alcalde entre 2005 y 2008. Cuando la guerra entre los cárteles estalló, el perredista comenzó a recibir amenazas de uno y otro grupo, más de 20, según se supo entonces: se le acusaba de haber recibido dinero durante su campaña a cambio del compromiso de entregar a los criminales la policía municipal. Se le hizo responsable de abrir haber abierto las puertas de Acapulco al crimen organizado.

Terminó su gestión en medio del desprestigio, de escándalos de corrupción y debido a sus excesos, y con niveles de violencia que nunca antes se habían registrado. El puerto no era ni la sombra de lo que fue. En unos años, lo habían asesinado.

En 2017, López Obrador lo nombró coordinador estatal de Morena en Guerrero. La ruta que Salgado iba a emprender quedó clara desde entonces: buscaría hacerse senador, y más tarde candidato al gobierno del estado.

El 30 de diciembre pasado, la dirigencia de Morena dio a conocer que Salgado había sido elegido entre 18 aspirantes como el mejor posicionado para contender por la gubernatura.

Han pasado 15 años desde el día en que la narcoviolencia se apoderó de Acapulco: tiempo suficiente para que todo lo cubra la desmemoria, y para que, como ocurre siempre, los mismos  que llevaron al puerto al hoyo, aparezcan ahora con la promesa de salvarlo.

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