Ningún año como el 2020 en nuestras vidas. El Covid19 será recordado como el virus que acelera la ciencia y la historia, cambia las costumbres de trabajo y enfrenta a la humanidad a sus contradicciones, desigualdad, limitaciones, errores garrafales, y por qué no decirlo, un mundo de nuevas oportunidades.
La complejidad del hecho no puede explicarse en una página, lo que sí podemos contar es lo que transformó en nuestras vidas, nuestro trabajo y las relaciones con los demás. El aislamiento que produce soledad hace que pongamos en una dimensión superior el valor de la amistad, el trabajo compartido hombro con hombro y la necesidad de fortalecer los vínculos familiares.
Henri Bergson, un pensador cristiano del siglo pasado decía que la realidad humana se establecía en la memoria y el sentimiento del paso del tiempo. Situaba la “memoria vital” en contrapunto al racionalismo imperante en la filosofía de la época. Siempre me gustó su espiritualidad. La libertad, el arte o la interpretación de la historia son el ámbito de lo que nos hace humanos.
Para comprender y andar por la vida necesitamos dos piernas del conocimiento: la razón y la intuición espiritual. Este año que termina corrimos y el tiempo se aceleró al doble de lo que nuestra conciencia podía comprender la realidad. Por más que aceleramos para captar los hechos y la verdad detrás de ellos, las novedades nos rebasaban como si fuéramos en bicicleta en una supercarretera en Alemania, donde no hay límite de velocidad.
Para enfrentar el 2021 tendremos que utilizar todas las reservas de lo que Bergson llamaba “élan vital” o fuerza vital. Metidos en los cambios más acelerados de nuestra memoria, tendremos que echar para afuera a nuestra propia generación y abrir la puerta a la que viene, la del milenio. En México no lo saben quienes gobiernan porque no ven más allá de sus narices. Y no me refiero sólo a los dinosaurios de la 4T, sino a todas las fuerzas políticas que ya no serán.
Porque, si imaginamos que el cambio del 2020 fue el de resignarnos a trabajar en casa, estar aislados y reunirnos por zoom, estaríamos ignorando la profundidad del cambio social que viene. En un año fuimos testigos de la negación de la gravedad de la pandemia, la evolución mundial del contagio y las varias mutaciones del propio virus. La maravilla de la evolución en tiempo real. Vemos como un bicho cambia y se adapta, crece e infecta a millones, pero no tenemos el espejo ideal para vernos a nosotros mismos y los cambios que sufrimos para enfrentar al enemigo.
Al principio no se creía posible el desarrollo de una vacuna en menos de 12 meses. Fueron varios países y varias instituciones de investigación y farmacéuticas las que llegaron a la meta. Antes tardaban cuatro años en el desarrollo. El Covid19 y su propagación fueron un látigo para los investigadores y los gobiernos. Que toda la humanidad se adapte a la evolución con múltiples vacunas es el triunfo de la ciencia, el conocimiento y la razón. Que sea un derecho universal significará el triunfo del espíritu sobre la adversidad.
Mil gracias por acompañarnos en esta aventura de pensar, tratar de ver y comprender. Gracias por su confianza, en 2021 tendremos que renovarnos como nunca antes. Es compromiso.
