La semana pasada fui invitado por Carmen Aristegui a debatir sobre la evaluación del primer tercio del gobierno de AMLO con Elvira Concheiro, profesora en la UNAM, marxista, experta en Engels y doctora en sociología. No sabíamos que días después sería nombrada tesorera de la Federación.
Me sacó de quicio su falta de empatía por los más de cien mil mexicanos (oficialmente) muertos por la pandemia, que pusiera en duda datos de fuentes oficiales, que sin dato duro alguno afirmara que México ya cambió y que dijera que las asignaciones directas son una medida efectiva para evitar corrupción (!). Cayó en todos los anodinos recursos retóricos de los feligreses presidenciales. Me descalificó de entrada. No intentó refutar mis argumentos ni ofrecer los propios. Sólo se refugió en frases de cajón bañadas de dogma y, recurrió a la muleta típica al cuestionar qué me motiva (“se enojan porque perdieron sus privilegios”). Quienes escucharon el debate aprecian mejor el perfil de quien nunca en su vida ha tenido responsabilidades administrativas o financieras y asumirá un puesto 100% técnico.
Acabamos de ver el primer claro y evidente golpe de timón de este gobierno para darle a una militante de la izquierda más radical un puesto para el cual ni remotamente cumple con el perfil necesario. A la luz de su nombramiento, entiendo mucho más la confusión en el proyecto de AMLO. ¿Por qué hacer tesorera a alguien del ala más radical de la izquierda, ex integrante del Partido Comunista Mexicano, muy cercana al icónico Arnoldo Martínez Verdugo y hermana del subsecretario de Educación Superior (quien organizara invasiones agrarias en los setenta)? Viene de una familia de la izquierda caviar, pues son millonarios herederos del dueño de una empresa cerillera. La primera y más lógica razón es porque AMLO en nada valora tener un gobierno eficaz y no ve más allá de las cuotas, quiere afianzar la lealtad de esa base, de frente a las elecciones de 2021.
Pero también entendí que para esa izquierda dura los primeros dos años de este sexenio son sólo la fase pragmática de un proyecto mucho más largo. Son un ejercicio de paciencia donde deben tolerar políticas neoliberales (independencia del banco central, apertura comercial internacional); alianzas conservadoras (con el PES, por ejemplo), hacerse de socios como Alfonso Romo, cuya utilidad caducó (era el pararrayos de la ira empresarial), y convivir con una nueva oligarquía leal al proyecto. Para ellos, el único objetivo es ganar tiempo, debilitar sistemáticamente contrapesos y acumular tanto poder como les sea posible, para después hacer cambios radicales propios de una izquierda dura para la cual los empresarios son el enemigo y la búsqueda de rentabilidad es inmoral. Para ellos, 110 mil muertos, 12 millones de nuevos pobres y 33 millones de desempleados son un costo razonable en su camino para lograr la transformación que anhelan; para esa izquierda la democracia es la “forma más aristocrática de gobierno, y es solo propia de países ricos”, como decía Trotsky.
La gran pregunta es quién está usando a quién. ¿Toleran a un Presidente conservador y mocho porque lo ven como “tonto útil”, como el vehículo necesario para acceder al poder? ¿O es AMLO quien le da atole con el dedo a esa izquierda dogmática que se atoró en la Guerra Fría, para él perpetuarse en el poder apoyado por esa militancia?
Por lo pronto, es México quien pierde. AMLO dinamita otro tramo de la administración pública, como antes lo hiciera con la Secretaría de Salud, con la Comisión Reguladora de Energía, y con muchas otras entidades. Entre tantos políticos cuyo único mérito es lealtad e ideología, ¿quién hará el trabajo?
Si Morena mantiene su mayoría en las elecciones de 2021, estamos perdidos. A AMLO se le desmorona el país entre los dedos cuando viene un entorno internacional brutal. ¿Cómo mantendrá contenta a su base sin devastar las finanzas públicas? ¿Echará mano de las Afores? ¿De las reservas del Banco de México?
Abramos los ojos antes de que sea demasiado tarde.
Ático
AMLO dio un golpe de timón al nombrar tesorera de la Federación a una mujer a la que le sobra dogma, pero le falta el perfil técnico necesario.
@jorgesuarezv
