El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear) es un acelerador de partículas con una circunferencia de veintisiete kilómetros instalado a cien metros de profundidad entre las fronteras de Suiza y Francia.

El pasado miércoles veintisiete de junio en Ginebra fue unánimemente aprobada la idea para la construcción de un nuevo acelerador de cien kilómetros de circunferencia provisionalmente llamado el Futuro Colisionador Circular (FCC).

En 2012 el LHC descubrió la existencia del Bosón de Higgs entre muchos otros descubrimientos científicos de primera magnitud, sin embargo, la búsqueda de nuevas partículas, posiblemente constituyentes de lo que hoy llamamos “materia oscura” requerirá de este nuevo instrumento que tendrá un costo aproximado de veintiún mil millones de euros. Los grandes proyectos científicos son muy costosos y solo a través de la colaboración internacional se pueden financiar.

Otro ejemplo notable de colaboración internacional es el proyecto ITER, que tiene un costo semejante al del FCC, su objetivo es demostrar la factibilidad de la energía por fusión nuclear y está siendo construido en Caderache en Francia. Algunos otros proyectos científicos-tecnológicos de enorme costo han sido el Programa Apolo, la Estación Espacial Internacional y el Proyecto Manhattan. Para tener idea de la magnitud financiera de estos proyectos baste señalar que países como Islandia, Bosnia, Macedonia, Nicaragua, entre muchos otros, tienen un GDP (“Gross Domestic Product”; i.e. el valor de mercado de los productos y servicios de una nación en un año dado) anual inferior al costo de estos proyectos.

De acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI) de 186 países del mundo, 107 tienen un GDP superior al costo de estos proyectos, mientras que de acuerdo a las Naciones Unidas (ONU) de 192 países, sólo 102 países en el mundo tienen un GDP superior. No importa como se vea, es un hecho que se trata de proyectos muy costosos. Solo diez y seis países en el mundo gastan anualmente en investigación y desarrollo cantidades iguales o mayores al costo de estos proyectos.

Algunos ven este gasto como algo innecesario e incluso inmoral argumentando la cantidad de enfermedades y problemas de pobreza que podrían resolverse en el mundo si en lugar de destinar este dinero al financiamiento de la actividad científica se gastara en ayuda directa a los pueblos y países más necesitados.

Desde 1990 el Banco Mundial elabora estadísticas sobre pobreza extrema en el mundo en donde se define por pobreza extrema la situación en la que se vive con menos de 1.9 dólares americanos por día (aproximadamente 40 pesos diarios). En ese año casi dos mil millones de personas en el mundo vivían en pobreza extrema o aproximadamente el treinta y seis por ciento de la población mundial.  Desde entonces este porcentaje ha venido disminuyendo debido principalmente a la disminución de la pobreza extrema en China. No obstante, actualmente en el mundo hay aproximadamente setecientos cincuenta millones de personas en esta situación de pobreza extrema.

Si se distribuyeran los veintiún mil millones de euros del costo del FCC entre todas estas personas cada una recibiría veintiocho euros o alrededor de seiscientos pesos, con lo cual difícilmente se curarían de enfermedades o podrían prevenirse ante éstas, o construirían drenajes e instalaciones sanitarias con agua potable o instalarían generadores eléctricos en sus hogares. Plantear las cosas así es un error pues la inversión en ciencia no sólo da resultados directos, como nuevas vacunas o el descubrimiento de nuevas partículas constituyentes de la materia, sino también infinidad de resultados colaterales de enorme utilidad y aplicación práctica.

Pensar en usar el dinero disponible, por una nación o conjunto de naciones, para regalarlo entre la población más pobre no resuelve nada y es incluso contraproducente pues deja al país sin recursos para afrontar otras emergencias que podrían costar más vidas, es más racional destinar esos recursos para actividad científica en medicina, física, química, biología, agricultura, energía, oceanografía, ingeniería, etcétera, para estar preparados para afrontar exitosamente los retos actuales y futuros de la nación y de la humanidad.

Dejar de gastar en ciencia es el error más grande que se puede cometer pues condena a las futuras generaciones a la indefensión ante los retos y peligros desconocidos que inevitablemente el futuro presentará.

Por otra parte, es importante recordar que una característica del ser humano es su curiosidad, esta le ha llevado a explorar y a teorizar sobre el universo que le rodea. La ciencia, como actividad humana, es el resultado de esta curiosidad innata y no se puede detener.

Como coda valdría la pena recordarles a los que piensan que no se debería de gastar dinero en ciencia (pero que pasan el día navegando en internet y disfrutando de Facebook, Instagram y mil otras aplicaciones) que el internet fue creado en el Centro Europeo de la Investigación Nuclear (CERN).

¿Podría usted, o ellos, imaginar el mundo moderno sin internet? ¿Tienen una idea razonablemente clara de los beneficios que esta herramienta le ha traído a la humanidad?

Por si no es claro; el CERN es precisamente ese lugar en donde miles de científicos de todo el mundo desarrollan teorías sobre física teórica y cosmología, sobre quarks, cuerdas, neutrinos, materia y energía oscura, el origen y destino del universo, etcétera, haciendo experimentos que llevan a la ingeniería y tecnología a los límites máximos usando entre mil otras herramientas; láseres y fibras ópticas, dispositivos superconductores, supercomputadoras y toda la tecnología de punta que usted pueda imaginar.

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