Después de que un cliente quiso usar su línea de crédito, le avisaron que le cobrarían 2% más de lo contratado. El empresario, sorprendido, preguntó por qué. El mensaje en el WhatsApp fue claro:
Es que el dinero es más caro y hay menos liquidez en el mercado. Fue en general en el banco”.
El banco referido es uno de los grandes, con ramificaciones internacionales; una institución multinacional con sede central en Madrid. México ha sido fuente de un tercio de sus utilidades y uno de los negocios importantes del grupo. Hoy aprieta a un cliente de primera porque tiene miedo. “El dinero más caro” cuando las tasas bajan, sólo puede entenderse como un abuso o falta de liquidez en el mercado.
La asfixia causa la muerte en los enfermos de Covid-19. Según las narraciones el sistema respiratorio colapsa por la invasión del virus a los pulmones. Sin oxígeno la vida se va. Aunque el virus ataca sin piedad a los adultos mayores, enfermos de diabetes, hipertensión o con obesidad mórbida, no perdona a los jóvenes si el ataque es masivo.
Eso sucedió al Dr. Li Wenliang, quien denunciara la existencia del coronavirus en Wuhan sin que las autoridades chinas lo tomaran en cuenta. A las empresas les sucede lo mismo. El dinero “líquido” es la sangre que mantiene viva la operación de cualquier negocio, sea grande o pequeño. No importa si son organizaciones sanas con buen balance o palidecen por deudas y falta de ingresos. La primera regla de cualquier negocio es no quedarse sin dinero. Con liquidez se puede reestructurar o ajustar mientras pasa la pandemia, sin dinero hasta los grandes tienen que pedir “concurso mercantil” o cerrar.
Lo mismo sucede con un país. Nadie pensaría que Argentina vale menos que su deuda externa, ni que México no pudiera pagar un préstamo para salir de la postración e impedir una debacle. La falta de liquidez en Argentina en su gran default del año 2001, provocó que los bancos no pudieran entregar sus ahorros a los ciudadanos. Le llamaban el “corralito”.
El país tardó años en recuperarse a pesar de su riqueza agropecuaria y una población educada. En 1982 y en 1995, México se quedó sin dinero. La década de los ochenta se perdió porque el motor de la inversión era el Gobierno y José López Portillo tuvo la ocurrencia nefasta de quitarle la banca al sector privado.
El Gran Zedillo pudo resolver la crisis de liquidez del país con un préstamo del Tesoro Norteamericano que pagamos en menos de 18 meses. Con su talento enderezó la nave pronto y la entregó a Fox creciendo al 7%. Si la banca dejara de prestar por miedo o porque no obtenga el respaldo infinito del Banco de México, llegaría la asfixia a miles de empresas solventes y con buen balance.
Por eso el banco central debe extender de nuevo líneas de crédito por 750 mil millones de pesos, o más, a las instituciones. Desde la crisis de 2008, los bancos tuvieron la disciplina de mantener balances y carteras sanas. La bendita autonomía del Banco de México impide que la locura austericida del Gobierno Central, seque la fuente de liquidez nacional. Esperemos que pronto baje de nuevo la tasa de interés al 5% e inyecte un billón de pesos al sistema financiero. Estaremos al pendiente.
