El periodista Darío Celis publicó en Twitter, el 5 de abril pasado, un video que le habían enviado vecinos del fraccionamiento Valle Escondido, ubicado en Atizapán, Estado de México.
El video mostraba el ingreso de más de 20 vehículos y cerca de “70 personas con armas de grueso calibre” que, según Celis, la noche anterior habían saqueado un domicilio ubicado en el fraccionamiento. Las imágenes se viralizaron.
La presidenta municipal de Atizapán, la morenista Ruth Olvera, aclaró por medio de su cuenta de Twitter que no había existido saqueo alguno: que la incursión era producto de una orden de cateo llevada a cabo de manera legal por elementos de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República.
Los dos vigilantes del domicilio “cateado” (el propietario, el empresario Eduardo Natividad, vive fuera del país desde hace tres años) tenían otra historia. Declararon que esa noche irrumpieron en el domicilio entre 50 y 60 personas armadas, que ambos fueron encañonados y amenazados de muerte, y que a uno de ellos le quitaron el celular. Apenas tomaron posesión del inmueble, los intrusos, encapuchados, con uniformes negros y siglas de la policía, “comenzaron a saquear llevándose todo lo que pudieron.
La lista de objetos desaparecidos que apoderados legales de Eduardo Natividad presentaron ante la fiscalía del Edomex incluye tres vehículos blindados, una motocicleta, 670 mil pesos, y también: una caja de herramientas, unos binoculares, diez pares de tenis, bolsos, perfumes, mancuernillas, pantalones, vajillas, un telescopio, floreros, raquetas de tenis, ceniceros de cristal y hasta un equipo para hacer malteadas.
Los abogados del empresario verificaron que la supuesta orden de cateo no existía y que Natividad no es sujeto de investigación alguna. Aunque las cámaras habían sido dañadas, con ayuda de expertos lograron extraer de iCloud las imágenes que los encapuchados habían querido borrar. Se les ve entrar al inmueble (sospechosamente, la puerta estaba abierta) y distribuirse por la casa, revisándolo todo.
La fiscalía del Edomex rastreó las cámaras de la zona. Se ubicaron algunos vehículos y algunas placas. “Así fuimos jalando la hebra”, dice uno de encargados de la investigación. La hebra llevaba a las mismas oficinas de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República. A las puertas de la agencia, ubicada sobre Río San Joaquín, se habían reunido dos vehículos esa noche. Fueron captados más tarde en las inmediaciones de Galerías Atizapán, el punto donde se reunieron con los tripulantes de los vehículos restantes. Ahí los abordó la municipal de Atizapán.
Hace unos días el periodista Carlos Jiménez hizo público un video, captado por cámaras de vigilancia de la ciudad, que prueba que algunos de los vehículos que formaron parte del convoy regresaron a las oficinas de la AIC y que a las puertas mismas de la institución los agentes se repartieron parte del botín. De acuerdo con las autoridades, en el cateo fantasma participaron agentes activos, expolicías, “madrinas” y probablemente personal del área de inteligencia municipal del Edomex.
El 5 de mayo, el director del Grupo Especial de Operaciones de la AIC citó a junta a uno de sus agentes, el suboficial Edwin “N”. El suboficial fue detenido ahí mismo por su presunta participación en el cateo fantasma. Dos días más tarde, el propio director del GEO, Armando “S”, fue llamado a firmar unos documentos.
Fue aprehendido por su supuesto involucramiento en el robo. ¿De qué se trató esa noche? ¿Qué iban a buscar 40 o 50 encapuchados en una residencia de Valle Escondido? Tarde o temprano habrá alguna respuesta. Sorprende por lo pronto que el impoluto gobierno del cambio nos lleve de regreso a los tiempos siniestros de Durazo, Sahagún Baca y la DIPD.
