La pandemia del Covid-19 avanza como una máquina devoradora de todo lo que encuentra por delante.
Primero la salud de 208 mil personas infectadas, luego la vida de 8,773 y al final los recursos económicos de un mundo en crisis.
Dice la Organización Mundial de la Salud que es una “guerra de la humanidad”, donde por fortuna los enemigos no son extraterrestres ni una lluvia de meteoritos. Pero ya es una Guerra Mundial.
El Congreso autorizó a la Secretaría de Hacienda para que modifique el presupuesto en unos 183 mil millones de pesos.
No sabemos cómo se utilizará ese dinero, lo que sí sabemos es que será insuficiente – MUY POCO Y MUY TARDE -. El martes el presidente López Obrador había dicho que se destinarían unos 3 mil millones. Parecía un chiste. Una pistola para enfrentar un ejército de invasores.
Me preguntaban en familia de dónde saldría el dinero que inyectará Donald Trump a la economía norteamericana, Emmanuel Macron en Francia o Angela Merkel en Alemania.
Lo sacarán del aire cambiando el balance de sus bancos centrales y expedirán cheques (depósitos) para la población vulnerable. Mantendrán salarios y darán el aval a las buenas empresas con problemas por la pandemia. Literalmente pondrán “todo el dinero del mundo” al servicio de la guerra.
Los 180 mil millones de pesos que utilizará Hacienda autorizados por el Congreso son insuficientes, apenas unos 7.5 mil millones de dólares. La sexta parte de lo que se necesita.
Lo grave es que México tiene reservas y crédito para ir a la guerra y no se usarán. Perderemos tiempo y vidas y más dinero al no tomar recursos de las reservas del Banco de México (185 mil millones de dólares); habremos pagado comisiones por un crédito de 70 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional que es para eso, para contingencias como las que nunca habíamos vivido en nuestra vida. ¡HAY QUE USARLO YA!
Un billón de pesos son un millón de millones, equivalente al 5% del PIB. Sí, tendríamos un déficit fiscal del 5%, pero eso salvaría miles de empresas y tal vez millones de empleos. En tiempos normales sería una locura: hoy es un imperativo.
El desempleo está ya en los hoteles, restaurantes y transporte aéreo. Como el enemigo viral, ahora brinca a las fábricas de calzado que exportan y despiden a cientos de trabajadores. Luego pasará a otros sectores de la economía cuando las empresas, con las ventas reducidas, ya no podrán sostener sus plantillas.
La desgracia que puede generar la pandemia es la inestabilidad social. Si el “Tigre” se suelta, como decía López Obrador durante su campaña política, ¿tendrá el valor, las agallas de meterlo de nuevo a la jaula? Lo dudamos.
Así que tomar un billón del futuro para estabilizar la economía, lograr que no quiebren las empresas, se pierda el empleo y evitemos que el “pueblo sabio” la pase mal, es una ganga que pagaremos a largo plazo.
Si la nueva Administración no saca el cañón grande y el armamento pesado para el sector salud; si no apoyan a las empresas para sostener el empleo, López Obrador y su movimiento quedarán como un experimento fallido de transformación.
Ni sus fetiches religiosos lo salvarán. Satán maldito fue la corrupción del sexenio anterior; ahora regresa con mayor maldad para mandar a las tinieblas a los ineptos, golpeando al pueblo bueno. (Continuará tercera y última parte)
