Pocas imágenes provocaron tanto la imaginación del público estadounidense como lo dicho a principios de siglo por el exgobernador de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Cuando discutían los problemas que causaría una gran recesión con deflación, el economista dijo que para resolverla se podrían tirar billetes desde un helicóptero.
Hablaba de una deflación, una caída de precios como la que tuvo Japón durante dos décadas al final del siglo pasado. Retomaba la idea de Milton Friedman, el gran economista liberal y padre intelectual de los “Chicago Boys”. Es la idea keynesiana de promover el consumo, la producción y la estabilidad económica dando dinero para gastar a la gente.
Estados Unidos con su fábrica de dólares, no tiene problema para emitir dinero. Ya prometió un billón de dólares en apoyo a empresas (millón de millones). La Gran Recesión de 2008 se curó con inyecciones de dinero a la banca, con la baja de tasas de interés y la política expansiva de la Reserva Federal. Pero nunca con cheques para los contribuyentes. Sólo faltó el “helicóptero”.
El Covid-19 hace que todos los presupuestos anteriores dejen de funcionar. La FED ya bajó las tasas a cero; inyectó dinero al sistema pero aún falta romper la parálisis causada por el miedo y el aislamiento de las personas. La deflación no tarda en asomar su rostro.
Las aerolíneas pronto estarán en quiebra y las fábricas de aviones sufrirán, lo mismo que los proveedores de partes, aluminio y electrónicos que los hacen funcionar. La decisión de Trump, arriesgada pero indispensable, será entregar cheques a los contribuyentes para que nadie se quede sin dinero, para que el consumo siga adelante y la economía no se colapse.
Lo mismo hace Emmanuel Macron, quien promete no dejar quebrar a ninguna empresa ni familia. Un reto que sólo un gran estadista puede cumplir. Con 300,000 millones de euros va a la guerra. España invertirá 200,000 millones de Euros para evitar también la debacle, la caída en una catarata de quebrantos.
En México podemos evitar lo que puede ser la quiebra masiva de empresas valiosas, sólidas y que antes del virus tenían futuro. Un ejemplo es Volaris, una aerolínea que ascendió a los primeros lugares de eficiencia, economía y servicio. Qué decir de Aeroméxico con su constante expansión de rutas y compra de nuevo equipo. Las dos podrían quebrar en pocas semanas sin la asistencia del Estado. Digo el Estado y no el Gobierno, porque es un asunto de interés nacional.
La nueva Administración y su partido Morena tienen sus días contados si no hacen algo radical y cambian de rumbo.
Primero: dejarse de cuentos y fantasías con la refinería de Dos Bocas y parar la obra ya. Lo mismo con el Tren Maya que es uno de los proyectos más absurdos de nuestra historia. Qué decir de Santa Lucía, aeropuerto camionero que no va a funcionar.
Segundo: abrir ya la inversión al sector privado todo tipo de infraestructura de energía y respetar los contratos con los extranjeros.
Tercero: dejar de dividir a la población en “fifís” y “chairos”; en conservadores y cuatroteistas. Sólo con un México unido podrán conservar el poder. Acuérdense: una devaluación produce un presidente devaluado. Ojalá que el golpe los haga entrar en razón.
Cuarto: consultar a los mejores economistas mexicanos, de la talla de Ernesto Zedillo, José Antonio Meade o Alejandro Werner, sobre las mejores estrategias para sacar al país del inmenso bache que enfrentamos. (Mañana continuaré con la idea del billón)
