¿Aguantan un relato leve? Ahí va: Cierto alcalde en Lagos de Moreno, Jalisco, escuchó de su mujer increpación violenta cuando le dijo “Somos criticados por todos. Dicen que robas con mañas y sin ellas; que en las obras públicas aplicas “moche” del 16%. Ya no aguanto la murmuración. ¡Párale pero ya, de una vez!”.

Sonriendo, burlón, el Presidente se acercó al oído de su consorte y le indicó que fuera a la carnicería de Chencho. “Que te dé dos kilos de manteca”. “Y ¿eso para qué?”, inquirió sorprendida.

Respondió el socarrón: “Para untarnos una parte tú y la otra yo. Dentro de un año terminamos. Nos vamos lejos, hasta podemos quedarnos aquí, como nuevos ricos respetables. Lo bailado ni esa entelquia llamada contraloría nos lo va a quitar. A Pánfilo yo lo nombré”.

Esto que parecería una caricatura, cuanto sarcástico de la política activa y administrativa, es la realidad. Y a todos los niveles.
Recordemos que en lo federal hay un organismo que se denomina Auditoría Superior de la Federación (ASF), que cada año, sin excusa ni pretexto, presenta a la Cámara de Diputados las cuentas del ejercicio anterior. Como ese componente del Congreso autoriza el gasto público, le dice la forma en que fue llevado el ejercicio.

Son cajas y más cajas, volúmenes casi interminables. Y, lo que sorprende a los escuchas es que en muchos casos se precisa la pésima aplicación de recursos. ¿Qué procede? Sanción; pero hasta ahora no ha ocurrido ni la más leve censura, menos penalización.

Borrón y cuenta nueva. En las entretelas del poder quedan los millones no mal gastados, sino hurtados.

Igualito sucede en los estados y municipios en donde las contralorías resultan como la famosa carabina de Ambrosio, que cuando la quisieron disparar, ya se había oxidado. ¡Vaya pues!

En León, lanzaron contra la ex Alcaldesa un petardillo que hizo reir hasta a los ciudadanos menos ilustrados. No fue ni un mediano pellizco a los desatinos y abusos. La suma señalada a pagar con un pequeño terrenito de fraccionamiento se cubre y ¡sanseacabó!

¿Qué sigue? Que la lupa se empañó y ahora hay la urgencia, para aplacar a los malosos, de que la Contraloría enfoque hacia SAPAL. 

Va a dilucidar si el Presidente del Consejo metió la mano, el pie, o movió señalizaciones de beisbolista para que su cuñado se llevara un contrato millonario.

Primero entendamos que el pitcher, Hector López Santillana, nuestro Alcalde, ya dijo que no existió vicio porque Jorge Ramírez no votó en el evento. “¿Podrá la Contraloría diferir, discrepar, manifestarse contra tal criterio? ¡Ni loco que estuviera el titular! 

Además entendamos los neófitos, ignorantes o poco ilustrados, que una titularidad de esa naturaleza actúa con una rigidez matemática, obtiene resultados con modernidad pero como si aplicara bolitas y palitos. 

Nada de juicios de valor, reglas morales, además ya el viejo cacique por muchos años de San Luis Potosí había postulado que la “moral es un árbol que da moras”. Luego entonces no habrá que confundir, diría otra vez Rivas Larraudi, el amor con las ganas de cantar.

Según el dictamen que viene, limpiecito y validará el proceso. Los perversos, con entretelas en el cerebro y una conciencia envenenada somos los que suponemos que un puesto público o una titularidad en SAPAL, es para ejercerse pulcramente sin entretelas o intereses que alimenten malos pensamientos.

Me pregunto, nada más como un ejercicio mental, si quienes se afanan por escalar en lo político, administrativo o hacia organismos multimillonarios, como SAPAL o el Patronato de la Feria (que ya abordaremos), lo hacen en relidad de verdad, por servir a la sociedad.

Si así es luego entonces no debieran empeñarse en hacernos creer que con la lámpara que Diógenes les prestó no sólo encontraron el valor de las influencias, sino el camino de la abundancia fácil y cómoda.

Finalmente me permito recordar a los pacientes lectores que la Contraloría ha ido del tingo al tango. Primero, hablo de hace años, quien nombraba al o la titular, era la primera minoría. Así, en teoría se establecía un equilibrio. La mayoría, panista en los últimos trienios, era vigilada, con rigor o sin él, pero le tomaban la medida.

Luego, algún teórico de lo absurdo, sugirió que para que no existiera discrepancia, peligro o riesgo mínimo, se propuso y el H. Congreso aprobó, que ese titular, contralor hombre o mujer, fuera determinado por el alcalde entrante. Así, con un cuatacho o cuatacha por un ladito todo resultaría acorde de antemano.
El Congreso aprobó semejante aberración.

Esto resultó tan poco honesto que Héctor López Santillana, ni en su anterior trienio ni ahora, nominó al Contralor.
Pero si se me permite un juicio de valor, he de decir que los funcionarios de ese nivel han pasado sin pena y menos con gloria; solamente cobran con puntualidad  su quincena. La muestra más acabada para la historia de León, es el proceso barbarístico, que vino a ser como el parto de los montes.

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