Hay cambios que comienzan con pequeñas señales casi imperceptibles porque están fuera de nuestra experiencia o de nuestro conocimiento. Luego vienen noticias que se van tejiendo y comienzan a manchar el lienzo del futuro.
En el periódico Financial Times surge una noticia: la Volvo contrata a una empresa china para que le produzca baterías para sus nuevos vehículos eléctricos. El convenio duraría cuando menos hasta 2028.
En Estados Unidos dedicarán 2 mil millones de dólares a la construcción de puestos de carga eléctrica a lo largo de sus carreteras interestatales, como hoy se ve ya en California.
El dinero proviene de la multa que le impusieron a Volskwagen por disfrazar con un programa las emisiones en Estados Unidos. Los eléctricos no se popularizan porque en el mercado no hay suficientes puntos de carga. La consultora McKinsey estima que se necesitan 50 mil millones de dólares para sembrar las suficientes estaciones eléctricas para dar el mismo servicio que las gasolineras actuales. Para la economía de Estados Unidos no es una inversión imposible, seguro la podrían financiar con impuestos a los vehículos de gasolina menos rendidores.
En México, la BMW da un primer paso para tener surtidores eléctricos rápidos. Anuncia que ya se puede ir de la CDMX a San Luis Potosí con cargadores a lo largo de la carretera 57. La armadora regalará todas las recargas. Una muy buena campaña de promoción a su línea de autos híbridos y eléctricos.
En Alemania se experimenta ya con camiones de carga conectados a líneas eléctricas como en los tranvías. Otros experimentan con carreteras forradas de celdas solares.
Y en todo el mundo comienza una revolución de regreso a la bicicleta eléctrica y, casi como diversión, los patines eléctricos que se rentan donde sea en algunas zonas de Europa y California.
Para los usuarios del transporte público (salvo en China), parece lejano el día en que los autobuses sean totalmente eléctricos como en Shenzhen. Apenas algunos se sorprenden en la CDMX del silencio en la marcha de algún vehículo híbrido o totalmente eléctrico. Son muy pocos todavía.
El periódico USA Today reporta que en California comienza un movimiento social para terminar con los vehículos de combustión interna. Hay funcionarios que no se atreven a plantearlo todavía pero no tardarán. Parecería impensable cambiar el modelo en el lugar del mundo donde el automóvil rápido, furioso y ruidoso es un culto a la personalidad.
La emergencia ambiental de la semana pasada en la zona metropolitana de la Capital, deja claro que el futuro de la movilidad es eléctrica. ¿Cuánto tardará el Gobierno para inducir y apretar aún más en el volumen de emisiones contaminantes de los autos y camiones? Sólo sabemos que vamos muy retrasados.
La nota del Financial Times estima que la venta mundial de autos eléctricos llegará a 30 millones para el 2025. En 2015 apenas se producían 1.9 millones. El 2025 está aquí. Si va bien, Pemex estaría inaugurando apenas su refinería de Dos Bocas, en Tabasco, ya cuando el consumo de gasolina y diésel esté en plena reducción mundial.
Mientras eso sucede hay una carrera mundial por producir baterías cada día más potentes y económicas. En México vamos en reversa por esa carretera.
