Vicente Fox es, no cabe la menor duda, una gente tenaz en lo que se propone, le salga bien o pésimamente, se empeña sin ver a los lados o hacia atrás.

Hoy está encarrerado para promover la marihuana. No es de gratis su impulso supuesto que forma en una compañía con mucho capital en dólares.

El sancristobaleño, como buen vendedor, que sin duda alguna lo es, realiza eventos en su finca, con sabios, expertos, ponderadores de la yerba que ahora nuestro ex, según dijo, va ya no sólo a ponderar, sino además a producir en sus terrenos.

Hasta hace algún tiempo tenía escrúpulos para plantarla. Hoy seguramente se ha liberado de semejante retén -¿de conciencia?- por lo que anuncia que instalará un gran invernadero, con tecnología de punta. Enorme ganancia le espera: por promover, vender y surtir esa materia prima. ¡Qué suertudo es el señor!

A los neófitos, ignorantes en la materia, nos vendría bien que este gran impulsor dijera si ya cuenta con las autorizaciones pertinentes o va a hacerlo todo a la brava. 
Igualmente valdrá la pena que nos enteremos si los soldados que le va a mandar AMLO, (si es que se los asigna), van a cuidar los bienes de Vicente, incluídos esos plantíos. 

Si lo anterior sucediera, se antojaría una soberana y absurda contradicción. ¿Combate y protección a la vez?

Respecto a la marihuana que se dice no sirve sólo para fumar y estimular algunos sentidos, ahora se presume que ya está a la venta como chochos, pomada, para cataplasmas y otros usos “medicamentosos” que conlindan con la magia.

Don Vicente, en sus eventos, asegura que con la liberación de esta yerba se acabará el crimen organizado supuesto que ya no habrá narcotráfico. ¡Ajá! Y de paso el producto será utilizado para la diversión, el entretenimiento, lo que llaman lúdico. ¡Alabado sea San Cristóbal!

Bien; pero, al menos que se sepa, ni el impulsor local, o sea Fox, pero tampoco sus patrocinadores (que lo tienen como Og Mandino) nos han ilustrado respecto a los estudios realizados con esa planta y los resultados científicos, que si existen deben mostrarlos.

No, de ninguna manera se vaya a suponer que por nuestra limitante capacitación en la materia, rechazamos la herbolaria, sólo que esa rama de la medicina tiene protocolos y procedimientos comprobables.

¿Un caso? Aquí está: QG5 es un producto que se procesa a partir de hojas de guayabo. Para lanzarlo al mercado se investigó, se hicieron pruebas a gente o pacientes con colitis. Cuando todo eso dio el fiat, fue lanzado al mercado.

Y como ese todos los productos que, autorizados, están en el mercado. ¿De qué se trata? De evitar la charlatanería.

Cuando tuve la oportunidad de ir a China uno de los intereses fue conocer precisamente  la herbolaria que junto con la acupuntura, son una maravilla.

En los centros botánicos chinos le hacen a uno preguntas, inquieren hasta por la salud de padres y abuelos. Luego le surten plantas, generalmente deshidratadas y le indican la forma de prepararlas y consumirlas. Si se pregunta por la investigación que se realizó para que fuera autorizada la venta del producto, muestran los documentos respectivos incluido el historial.

Don Vicente o sus amanuenses nos van a decir que aquí nuestros antepasados utilizaron, desde siempre, yerbabuena para los males del estómago, siempreviva para irritación de ojos; cierto, pero demostrada su eficacia está por siglos. 

Los promotores de la marihuana, por todo y para todo, nos recuerdan a María Sabina y los hongos alucinógenos en Oaxaca, el Agua de Tlacote en Querétaro. Fue un evento casi mundial. El líquido servía para todos los males. ¿Y qué quedó? La historia de uno más de los ilusionismos que al mucho pueblo le encanta ya que, en el fondo, si no alivia sus males, por lo pronto se entretiene.

Es oportuno recordar la historia de Beto Ramón, yerbero, casi mago de Aztla, San Luis Potosí (en plena huasteca). La gente, llegada de muchos rumbos (porque se dice que un perdido a todas va), se formaba de día y de noche afuera del domicilio del herbolario. No había ficha y lo electrónico para dar números, parecía fantasía pura. 

Beto en su digámosle gabinete tenía su escritorio, silla para el paciente y otra que ocuparía quien le acompañara, sólo una persona, nadie más.

Luego que preguntaba bajaba botellas con yerbas que tenía en anaqueles y surtía los pomitos que entregaba a los pacientes. Tantas gotas el uno a tal hora, otras del dos y las del tres.

Yo no hablo de si se aliviaban o no los enfermos, ese es asunto de la fe, sabiduría del tratante y respuesta del organismo.

Lo que refiero ahora es como la suma de esa realidad: Un pasante de medicina, Julián González, fue a dar su servicio social a Aztla. Cierta noche le tocaron con premura la puerta de su cuarto. 

Abrió. Era Beto Ramón, a quien ya conocía. Le urgió para que fuera a auxiliarlo, porque le había llegado una parturienta. Fueron luego. En el camino el mago de la salud le dijo al galeno: “Yo sólo sé dar yerbas y agüitas, del cuerpo no conozco nada”. 

Si Fox y sus patrocinadores están, con lo de la marihuana, en la misma tesitura, que lo digan al fin y al cabo que, en este mundo y sobre todo en México, también la fantasía rinde frutos.
¡Hasta, en brazos del ilusionismo, la Presidencia de la República se puede alcanzar!
 

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