Ante la realidad que vivimos me centraré escribiendo en esta ocasión, debido a la falta o inversión de valores, que nos afectan y no bondadosamente, tipificado en un sinfín de manifestaciones tales como, algunas de ellas: destrucción del medio ambiente (árboles, plantas, áreas verdes, contaminación de ríos, aire y tierras); demagogia (domino, oratoria), lo que supone palabras , para nuestra problemática actual, sin propuestas; ataques a la naturaleza, confundiendo amor con sexo (lo que en el matrimonio son uno), y arrebato con erotismo; intentos por destruir la diferencia entre género (especie) masculino con femenino; hacer a un lado los principios contenidos en la ética (conducta) y la moral (honestidad); sutileza (astucia y, muchas veces, sofisma), en mensajes populistas; destrucción de la base del género humano en convivencia (armonía, concordia, coexistencia), la familia (cuna, tronco, prolongación del  linaje humano); indiferentismo (abulia) ante los problemas (molestias) que no son los propios; atemporalidad, es decir, la no importancia del futuro, ni del pasado, flotando en una nube utópica (quimérica, ilusoria); discriminación (segregación) o atentado, a lo que suponemos está debajo de nuestras capacidades o niveles de, raza, economía, social, intelectualidad y religión, en la  mayor parte de los casos y, en términos más amplios, odio (escondido, no aceptado, pero real) a lo que no es ‘yo’, es decir, aversión al género humano.

Inicio este relato histórico-social-humano de lo que, a mi parecer, constituye la médula de la grave situación en que nos encontramos viviendo, ya sea a nivel ciudad, municipio región, estado, nación y mundial porque, nada escapa o todo afecta, debido a los medios de comunicación y adelantos científicos en general, actualmente a nuestra integridad física, mental, moral y espiritual. Históricamente, hace muchos años, Irapuato -nuestros ancestros, y los que ya somos de la tercera y más edad-, vivimos en mundo en que económicamente se ajustaba todo a lo que había, monetariamente hablando. ¿Alimentos? Si había para comer ‘algo’, se comía ese ‘algo’, si no, lo que hubiera, y era sabroso ese otro ‘algo’; ¿Ropa? Lo necesario, no se vivía sujetos a la moda; ¿escolaridad? Colegios o sea ‘particulares’, o Escuelas ‘públicas’ o sea ‘oficiales’, competían por alumnados tomando en cuenta que por mil novecientos treinta, aun con los resabios de la persecución religiosa –o guerra cristera-, iniciada por el entonces presidente de la República Mexicana, general Plutarco Elías Calles en el año de 1926, en lucha contra la libertad de educación y de creencias religiosas, provocó ese estallido social que afectó a los estados de Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, principal aunque no únicamente, produciendo lo impensable: miles, cientos de hermanos nuestros que lucharon mortalmente contra otros hermanos; lucha de hermanos contra hermanos, como en la guerra civil española en los diez años posteriores.

Mártires en defensa de su religión, al grito de ‘Viva Cristo Rey’, fusilados por no renegar de su religión, sus creencias. Ejemplos algunos: El Padre Agustín Pro, los Sacerdotes Pedro Esqueda y Toribio Romo, entre muchos más. Tres comentarios para que reflexionemos sobre esta tragedia nacional y mundial, como confirmación de la pérdida de valores que en aquel entonces se dio. Uno, “La gente de Iglesia no dirigió ni inspiró jamás la cristiada, y cuando la gente del gobierno actuó con los principios señalados, no consultó a los combatientes.

La Iglesia hizo una paz política, cuyo precio pagaron los cristeros. La gente de ‘iglesia’ no será jamás la ‘Iglesia’, decían los cristeros, que evitaban esta confusión muy general, distinguiendo entre la persona y lo colectivo; conservando el sentido de la Iglesia, la fe en la Iglesia”. Dos, Plutarco Elías Calles, el “Jefe máximo de la revolución mexicana” expresó a los defensores de la libertad de educación y creencias religiosas: “Solo tienen dos caminos ustedes: o acudir al Congreso, o tomar las armas”. Tres, El balance de esta epopeya fue el siguiente: del ejército federal cayeron 14 generales, más de 2.000 oficiales y unos 60.000 soldados y auxiliares; equivalía aproximadamente a un 70% de los efectivos que iniciaron la lucha. Del ejército cristero cayeron aproximadamente 30 mil hombres, entre combatientes y civiles; 134 pueblos y 295 aldeas incendiadas y saqueadas; 242 reconcentraciones; se deben sumar cientos de sacerdotes y laicos martirizados.

Continúo dentro de aquellos ayeres: no existían, ni la televisión, ni equipos electrónicos; nada que perturbara la tranquilidad hogareña y que aumentaran los gastos de la familia. Se recibían los diarios capitalinos temprano. Se escuchaban programas por radios como ‘la risametro’ con Carlos Pickering, a las diez de la noche escuchábamos el programa de noticias con Carlos Vela por la XEW en la avenida Bucareli de la ciudad de México.

En fin, la vida tranquila estaba dictada por los valores ni dichos, ni escritos, pero que no nos confundían ni alteraban.  Los filósofos y psicólogos alemanes Scheler y Lotze armaron una pirámide de valores los que, natural y normalmente la vida humana se ajusta o vive con y por ella, en armonía consigo mismo y con sus semejantes. Estos, como una escala piramidal van de abajo hacia arriba, desde los vitales, los útiles, ascendiendo, los sociales, los estéticos, los morales y en la punta de la pirámide, los religiosos.

Entendemos que los vitales van dirigidos al sustento de la vida; los útiles constituyen el medio para lograr esa vida más fácil y placentera; los sociales nos llevan a vivir mejor en sociedad con nuestros semejantes y el medio ambiente natural; los estéticos nos alimentan con la visión de lo  bello, lo sobrenatural, el plano creador del hombre; los morales nos marcan las acciones de conducta en relación con el medio humano que nos rodea; finalmente, los religiosos quienes nos crean y/o ayudan a fortalecer la relación con el ser sobrenatural que, entiende, nos otorgó la vida. Sucede que, la juventud de ahora, por causas que siempre son imputables a nosotros los adultos, puesto que les estamos armando o entregando este mundo como herencia, rebeldes a todo, han invertido, en términos generales, esta pirámide de valores; para ellos, los jóvenes, lo que interesa e importa es vivir para lo que constituye su vida y lo que es útil para lograrla. La atemporalidad es su característica; se vive para hacer dinero y rápido, pasarla bien, vivir en casas súper cómodas con todos los adelantos que otorga la ciencia, andar en vehículos último modelo, etc. Los demás valores para ellos no existen (o poco importan), por eso siento yo que, en este renglón, estamos como estamos.

Termino. Espero que lo escrito aquí nos ayude a todos a entendernos mejor, a vivir mejor aún más en sociedad, a procurar escoger a nuestras próximas autoridades, las que bien podemos encuadrarlas en esta lista de valores que definieron estos experimentados alemanes que recomiendo se lean sus trabajos sobre los valores, los que, aunque el hombre los haga a un lado, son inmutables. Acepto críticas constructivas para este artículo.

 

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