Fui regidor independiente en el ayuntamiento de Celaya 2006-2009 y compañero de Gerardo Hernández, alcalde en esa ocasión; ambos también fuimos compañeros de bancadas escolares desde nuestros tiernos párvulos hasta el final de la educación secundaria, en el Colegio México; nunca fuimos amigos, nos separaban muchas cosas; como servidores públicos nuestras diferencias se acentuaron, fuimos abiertos adversarios…
Si en aquel entonces me hubiesen dicho que Gerardo sería alcalde de Celaya, y por el PAN, el partido de cuyos fundadores fue mi Padre, nunca lo hubiese creído; pero el mundo da vueltas y esta democracia dizque representativa puede jugarnos algunas bromas bastante crueles.
Este preámbulo tiene su sentido ya que Gerardo Hernández, a quién no obstante le reconozco su bonhomía, es fiel represente de los talantes de aquellos que, para nuestra desgracia cívica, nos han “gobernado” las últimas dos décadas.
También le refiero, pues es al que más conozco de todos esos aventureros que se han encaramado al poder político local; con quién compartí indiferencias infantiles y después accidentales oposiciones.
Durante la época del Priísmo autoritario los ayuntamientos se integraban a manera de cuotas representativas entre las supuestas “fuerzas vivas” de ese partido, tan omnipresente como corrupto. El alcalde era designado por el gobernador en turno, siempre de entre alguno de la clase media del lugar, pero sin máculas de oposición; y éste, a su vez, designaba a quienes le acompañarían a “gobernar” en el ayuntamiento, todos de complicidades probadas o docilidades manifiestas.
Pero esta reproducción vertical del poder se fracturó entre la obsolescencia de su abusiva naturaleza, ante un país que se hizo muy grande en población y problemas.
Con la dizque democracia electoral llegaron otros; para ser después sustituidos por los primeros desplazados, en un juego de alegres alternancias pactadas donde todos perdimos.
Pero el caso de Guanajuato es anómalo respecto a esa lógica; aquí el PAN, desde que le fue obsequiada la gubernatura en 1991, se ha mantenido en el poder, y el PRI, su imaginado principal adversario, se ha disminuido a ridículas expresiones, adaptándose a su indigencia.
Y Celaya no ha sido la excepción, primero llegó el PAN, después el obscuro Yunque que corrió a sus militancias originales sustituyéndolas por una parvada de secuaces; y por últimos los arribistas, muchos de ellos alevosos tránsfugas del anterior oficialismo.
Así pues, Celaya en las más dos décadas de estos ejercicio democrático-electorales, ha sufrido terribles desgobiernos y graves retrocesos en nuestra calidad de vida comunitaria.
Hemos, pues, transitado de lo regular a lo malo, y de éste a lo peor, que ya se ha hecho presente…
Así pues, el ayuntamiento, como nuestra organización política básica o lánguida expresión de cualquier intento de soberanía, se han envilecido al extremo en la única representación de pocos intereses egoístas o malsanos, siempre en desdoro del interés general.
Celaya ha sido asaltada por logreros que ven en la política local una forma de vida o movilidad económica, que no tendrían de otra forma; también por aquellos que se han enriquecido con la obra pública o especulando con su crecimiento inmobiliario, controlando las decisiones de su desarrollo urbano en su beneficio gremial.
Los integrantes de los ayuntamientos, con muy contadas excepciones les representan, aunque gritando las ineptitudes propias de quienes ignora el importante lugar que ocupa y de sus compromisos con Celaya…
@inigorota
