A México le urge una ablución. No es posible tanta indolencia y pasividad ante los latrocinios tan ofensivos de que somos objeto. Las mentiras tan infantiles que el pueblo cree a pie juntillas; los miedos tan sesudamente elaborados para que hagan temblar a la población y se paralice dejando hacer y dejando pasar a todo tipo de asaltantes identificados y que generan cada día un enardecimiento más en la ira colectiva que llegará a desbordarse de ese su silencioso crecimiento.
En mi columna pasada (“En el Umbral”) señalé que no se sabía “de alguno (de los integrantes del Congreso de la Unión), al menos uno solo de sus integrantes, que se haya parado frente a sus electores defendiendo los intereses populares.”
Y no pensé que una diputada fuera a salir al frente pero, ustedes juzguen sus palabras que quedaron consignadas en una declaración pública en relación al gasolinazo diciendo, en relación a que el gobierno no debería estar subsidiando tanta gasolina que: “… no es posible estar pagando tanto por la gasolina. El que tenga coche, que lo mantenga… no hay de otra, carnal.” Esta diputada percibe mensualmente una dieta de setenta y cuatro mil pesos, a los que se le suman cuarenta y cinco mil por asistencia legislativa; veintiocho mil setecientos setenta y dos pesos por asistencia ciudadana; total: $147,000.00, más otras chucherías. Su nombre: la Sra. Dip. Carmen Salinas.
En México, el salario mínimo diario, en área geográfica única, impuesto
por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos mediante resolución publicada en el Diario Oficial de la Federación del 19 de diciembre de 2016, vigente a partir del 1 de enero de 2017 es de $80.04 que, multiplicado por 365 días del año dan $29,214.60 entre los 12 meses del año, arrojan el impresionante ingreso mensual de $2,434.55 frente a los $147,000.00 del promedio de cada uno de los diputados federales.
Además, el precio de la gasolina varía por zonas geográficas, lo que resalta aún más la inequidad, aunado al hecho de los cierres y paros de nuestras refinerías por orden superior para incrementar el negocio de la importación que resulta más cara y, prueba de ello, es que quienes viven en la frontera norte del país, van a abastecerse de combustible en Estados Unidos de Norteamérica en donde el litro es de 5 a 7 pesos más económico.
¿Acaso reñirá todo esto con quienes presumen de cristianos y que organizan misas o visitas papales para que se sean iluminados durante sus administraciones o que se les vea en los templos en las celebraciones religiosas?
¿Tal vez irán a orar a los templos, como aquellas lastimeras personas que se dedican al comercio carnal o a robar y que van a pedir que les vaya bien y que no los pillen en su habilidad para engañar a los demás?
Ustedes concluyan, apreciados lectores (y no salgo con la embajada de “lectoras” y “lectores” porque gramaticalmente, conforme a nuestro idioma, es correcto como lo he escrito) teniendo a la vista las palabras expresadas por el Papa Francisco I cuando precisó: “Involucrarse en política, es una obligación para un cristiano. Nosotros no podemos jugar a ser Pilatos. Lavarnos las manos. No podemos. Debemos involucrarnos en la política porque es una de las formas más altas de la caridad. Porque busca el bien común y los laicos cristianos deben trabajar en política. Alguno me dirá <¡pero no es fácil!>. Bueno, tampoco es fácil ser sacerdote. No son cosas fáciles, porque la vida no es fácil. La política está muy sucia. Pero yo me pregunto: ¿está sucia por qué? Porque el cristiano no se involucra en ella con espíritu evangélico… Es fácil decir <la culpa es de los otros> pero yo, ¿qué hago?… ¡Es un deber trabajar para el bien común; es un deber para un cristiano! Y muchas veces, el camino para trabajar es la política…”
Pero también precisó: “A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije que lo que está pasando en su corazón… Pero, parafraseando a un ex Presidente latinoamericano puntualizó… es preciso decir que el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola… Y tampoco que se meta en el seminario…
“… Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad, esa austeridad moral, personal y, practicar la austeridad, es predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil “likes”, que mil “retweets”, que mil videos de youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común…”
