Salvador Zermeño Ibarra un filántropo de corazón que deja un gran legado de amor y ayuda al prójimo y que ahora es recordado con mucho cariño por familiares y amigos.
Formó parte del Consejo Directivo de la Casa de Apoyo a la Mujer (CAM) por muchos años y ahora lo recuerdan como un gran benefactor.
“Hoy nuestros corazones se visten de tristeza por la partida de nuestro consejero: Salvador Zermeño Ibarra. Su luz, su entrega y el cariño que sembró en vida permanecerán siempre en nuestra memoria”, señalan los directivos del CAM.
Hijo de Don Salvador Zermeño Cabrero y de Beatriz Ibarra de Zermeño, nació un 8 de julio de 1938 en León, por lo que tenía 87 años de edad, falleció el pasado lunes 22 de septiembre. Sus hermanos son: Jorge, Beatríz, Ana Elena, José Manuel y Martha Zermeño Ibarra.

Su hermano José Manuel, a quien sus familiares le dicen de cariño Chepo, dice que Chava fue siempre una persona caritativa, muy querido por sus sobrinos, y siempre dispuesto a ayudar a los demás.
“Estudió una licenciatura como administrador de empresas, y trabajó muchos años en instituciones bancarias (Comermex), donde se destacó por su profesionalismo. Nos deja muchos recuerdos compartidos, momentos de alegría y el enorme privilegio de haber caminado juntos en esta vida”.
Chepo lo recuerda como “un gran hombre, gran hermano, tío y amigo”. Pasó su vida haciendo el bien, acompañando a su familia y siendo el apoyo de todos. “
Lo extrañaremos mucho. Fuimos afortunados de haber coincidido con él en su vida”.

La Misa de cuerpo presente se llevó a cabo el pasado martes 23 de septiembre, a las 6 de la tarde en la capilla de Eternity y posteriormente la cremación.
El pasado 24 de septiembre se celebró en el templo de Santa Teresita del Niño Jesús una misa donde el padre Eduardo Ramos Pons, de los Misioneros del Espíritu Santo, presidió la ceremonia litúrgica, donde destacó que Chava compartió su historia con sencillez de hermano, sin ninguna presunción.
Toda su vida se puede sintetizar en que hizo casa. No se casó, pero hizo casa. A todos nos hizo sentir en familia”, añadió el sacerdote quien recordó que conocía a Chava desde hace dos años cuando le hizo una gran recepción y lo hizo sentir como en casa.
“Nuestra casa aquí en tierra se va desmoronando, pero Dios va edificando una casa, una habitación que Jesús nos ha reservado a quien hace una familia. No tuvo hijos pero a todos los trató como hijos, en un mundo donde muchos se desorientan porque creen que Dios no existe o que nos abandonó cuando nos echó al mundo”.

El presbítero añadió que Salvador hizo lo que Jesús se esmeró en transmitir de que tenemos un padre que es amoroso y que hace fiesta cuando la familia se reúnen, y el logró reunir a su familia.
“Dios se preparó para partir y pidió la presencia de Jesús en la Eucaristía en la habitación del hospital, donde se le llenaban los ojos de alegría cuando se dio cuenta que recibiría la Eucaristía”, subrayó el sacerdote.
Todavía tenía muchas ilusiones de vivir, tenía ganas de regresar a su casa y encontrarse con su familia. Nos estamos despidiendo de una persona valiosísima. A dios no le damos lo que nos sobra, sino lo que es muy valioso para nosotros, como el caso de Salvador”, subrayó el sacerdote.
DMG
