- ‘No te recuperas de una cuando ya está la otra. Apenas empiezas y ya viene la otra’.
- ‘Imagino que es por ignorancia. Hasta que no lo vives en carne propia, no te das cuenta de que sí existe’.
- ‘El Covid-19 no es ninguna broma’.
CDMX.- Pocos han visto la crudeza del coronavirus tan de cerca como Héctor César Hernández González, un mexicano que distribuye oxígeno medicinal a enfermos de Covid-19 y que ha perdido a cuatro familiares durante la pandemia. Primero fue su suegro, luego su yerno, después su cuñado y finalmente su madre.
Cualquier pérdida afecta a la familia, pero en mi caso, fueron muy seguidas. No te recuperas de una cuando ya está la otra. Apenas empiezas y ya viene la otra”, relata a Efe un dolido César en la puerta de su pequeño negocio de oxígeno en el norte de Ciudad de México.
Comenzó la pesadilla a finales de marzo, mes en el que las autoridades declararon la crisis sanitaria por una pandemia que ya acumula más de 634 mil 023 contagios y se ha llevado la vida de 67 mil 558 personas en México, tercer país del mundo con más fallecidos, detrás de Estados Unidos y Brasil.
Dijo que hospitalizaron a su suegro Ramón, de 76 años y enfermo de los riñones, quien falleció a principios de abril, cuando todavía “nadie creía” en el Covid-19.
A pesar de que autoridades de Salud atribuyeron la muerte al coronavirus, la familia no tiene toda la certeza, ya que no le llegaron a hacer la prueba diagnóstica.
En mayo también falleció mi yerno, ese sí de Covid. A los cuatro días falleció mi cuñado y pues el 31 de mayo falleció mi madre. Son golpes duros y te hace creer que te tienes que cuidar, no sólo a ti sino a toda la familia”, comentó.
Sus familiares presentaban síntomas inequívocos. Fiebre alta, mucha tos y dificultad para respirar. César los intentó ayudar con los tanques de oxígeno del negocio familiar, que precisamente fundó su suegro, pero era demasiado tarde y no sirvieron.

Su madre Teresa, de 75 años, falleció en casa, pero su yerno David y su cuñado Héctor tuvieron que ser hospitalizados.
No tuvieron más información desde que los ingresaron hasta que les comunicaron que habían muerto. “Nada más te dan informes cuando ya falleció”, reprocha.
Uno se prepara pero aunque uno se prepare, siempre la mala noticia es fuerte”, dice.
César trabajaba en una funeraria antes de tomar las riendas en 2005 del negocio de oxígeno. Pero ello no lo acostumbró a la muerte de un ser querido, y menos a la de alguien tan joven como David, quien murió de Covid-19 pese a tener 25 años y estar “muy sano”.
Cuando las personas fallecen jóvenes sí duele un poquito más ¿No? No es por preferencia, sino porque uno dice pues no vivió lo que tenía que vivir”, explica Héctor, quien se acuerda de David cada vez que pasea a su nieto Liam, quien a los 3 años se quedó sin padre.
Ignorancia de los que no creen
El Covid-19 no es ninguna broma, es algo que le ha quedado claro a César. No sólo lo ha visto dentro de su familia sino también en su trabajo, en el que ha pasado de vender siete cargas de oxígeno a la semana a 15 en un solo día.
A pesar de que la pandemia va en leve descenso en la capital, César sigue viendo en su día a día “muchos casos de Covid” y “muchas defunciones”. Por ello, no duda en señalar la “ignorancia” de quienes no creen en el virus.
Imagino que es por ignorancia. Hasta que no lo vives en carne propia, no te das cuenta de que sí existe. Nosotros aconsejamos a la gente que se cuide, que cuide a sus familias porque la mayoría está en sus domicilios y convive con sus hijos y sus padres”, cuenta.
También afectó el virus a su hermana y a su sobrina, quienes “gracias a Dios” se recuperaron. Por ello, Héctor, su esposa y sus hijas tomaron la precaución de aislarse unos días. Se hicieron la prueba y todo estaban sanos.
Ha afectado mucho porque uno no se puede ni dar un abrazo de consuelo por el temor de contagiarnos los unos a los otros”, relata sobre los velorios de sus familiares, todos ellos incinerados por recomendación de las autoridades sanitarias.
Confiesa, con la voz quebrada, que hace tres meses que no se abraza con sus allegados, pero en su trabajo ha encontrado fuerzas para levantarse a diario y apresurarse en la entrega de oxígeno, consciente de que puede “mejorar la calidad de vida” de muchas personas.
Lo único que podemos hacer es verlo o tratar de verlo con optimismo y seguir adelante”, sentencia.
Con información de Sinembargo
CM
